lunes, 21 de enero de 2008

Manifiesto

La pregunta es:

¿Cuándo dejó de existir la realidad para ti? ¿Para todos y cada uno de nosotros?

Pero esta es de nuevo una cuestión que surge de algo que ya son respuestas ((Presente extendido)), o quizá le llamamos mejor RECUERDOS, que son >ahora< parte decisiva de nuestro presente.
Esa sí que resulta una buena cuestión, así que continuamente “padecemos” el riesgo de que algo que consideramos nuestro presente se desestabilice y devenga en un futuro incierto como nos confirman nuestros recuerdos ahora.
Y ya estamos pillados.
Aquí los valientes eligen ser (ejerciendo una mayor presión sobre su sistema), los protagonistas de su profecía autocumplida (AE) o se hacen hiperconscientes (Metacognición) de la REALIDAD…
Pero sabiendo esto, siendo conscientes, pensándolo, hemos perdido ya la realidad, es decir,

¿podremos aún disfrutar de los chispazos del instante?

¿O acabaremos por creer a Masaru Emoto?

¿Elegiremos la explicación cuántica?

¿Podremos ya elegir, entonces?

Bueno, los chinos lo dijeron ya,

El carácter de una persona es su destino

¿Y qué nos queda como pobres humanos, pero siempre “casidioses” (semidioses), sino nuestro carácter?

¿Y no es esa nuestra manera personal de ver el mundo que nos rodea?

¿Nuestra percepción primera de la realidad?

¿Será el carácter un instinto de supervivencia?

¿Otra triste manera más de engañar a los demás y hacerles creer que podemos ser un trocito de sus cielos?

El objetivo y la meta pueden ser la búsqueda de la felicidad, pero para mi parecen seguir siendo no hacer padecer a nadie más mis infiernos personales, con eso me conformo, no aspiro aún a cambiar el mundo…si nuestra tarea más valorada fuese no hacer más que esto ya estaremos en el buen camino de rentabilizar la pasta que se dejaron nuestros padres para que estudiásemos.

D E J A F L U I R

Manual de Antiayuda 1

MANUAL DE ANTIAYUDA (lectura con elevado riesgo de generar ideas suicidas)

Este manual va destinado a todos aquellos que se sienten estupendamente, a los que la vida parece sonreír a cada paso, a los triunfadores y grandes líderes, a los que manejan los hilos de su existencia con mano segura, a los que se han hecho a sí mismos, a los modelos de virtud, a los que no conocen la desdicha, a los felices, a quienes todo bien les viene dado.
“Cuando disparas una bala ya no hay posibilidad de volver atrás. El proyectil chocará con lo primero que se ponga delante o alcanzará el objetivo señalado. Nuestras vidas son como disparos azarosos a los que pugnamos por dotar de sentido. No somos capaces de soportar la posibilidad de la trayectoria y cuando reconocemos que tal cosa sucede tendemos a enloquecer”.
La metáfora resonaba en mi cerebro una y otra vez. Me imaginaba materializado en un misil de prueba lanzado en mitad de un desierto ignorado, trazando un camino parabólico hacia su destrucción. Silbando en el aire sin ser visto ni escuchado por nadie, comenzando a caer por mi propio peso hasta topar con la superficie arenosa, donde por fin me desintegraba. Luego, los datos serían analizados, pero si mi naturaleza fue la de misil eso qué me importaba ya.
Todo estado emocional agradable es consecuencia de la falta de información. Al no tener pensamientos, las emociones se abren paso, pero en cuanto nos reconocemos felices es porque las sustancias químicas han hecho ya su efecto. Con seguridad estaremos cerca de otra caída. Al mirarnos en el espejo reconoceremos la patética imagen de lo que somos en realidad y podremos hundirnos en nuestras miserias por otro lapso de tiempo. Algunos tratan de ocultar esto y lanzan continuos mensajes semiautomáticos de positividad. Los que consiguen autoengañarse se menean por el mundo como reyes. Yo sólo veo humanos que caminan enfangados en la desesperación.
Las religiones y los sistemas políticos son los espejismos preferidos por los que no son capaces de mirar de frente a la nada. Son el refugio predilecto de los indeseables. A todos los que se sienten en la gloria quiero decirles que no son más que mierda humana deteriorándose.
Ejercicios de antiayuda:
Estas prácticas van destinada a esos que han subido tantos peldaños del autoengaño que ya no son capaces de retomar el equilibrio de la naturaleza. Se sienten tan pletóricos y poderosos que no son capaces de sentirse mal, de deprimirse, de llorar y lamentarse. Han sido tan bien tratados por el mundo que su alegría enferma a todo aquel que sea medianamente consciente de las cosas.
Síntomas que muestran la necesidad de antiayuda:
+ Sentir que las cosas no van mal y el mundo va mejorando poco a poco.
+ Tener mucha seguridad en sí mismo
+ Tener una enorme claridad de ideas sobre la realidad de las cosas, estar muy bien informado.
+ Saber distinguir perfectamente entre el bien y el mal; por supuesto, creer que uno está del lado del bien en cada momento, con una moral inviolable.


¿Qué es antiayuda? De todos es conocido el concepto de autoayuda que ha llenado miles de páginas de una ingenuidad pasmosa. Al menos eso creo por los comentarios que al respecto escuché. También alguna vez eché un vistazo a esos bodrios, pero las ganas de vomitar me impidieron leer más de un par de minutos. Bien, pues hablar de antiayuda es encaminarse al polo opuesto. En una hipotética línea tendríamos en un extremo el autoengaño y al otro lado la metacognición; por el primero se llega uno a creer que merece la pena estar vivo, por la otra se reconoce el instinto de supervivencia a pesar de todo y de todos.
Para muchos de nosotros es imposible lanzar mensajes autocompasivos del estilo: no estás mal, tú vales mucho, puedes conseguir lo que te propongas, emanas encanto, encandilas con tu presencia, etc., etc., hasta el vómito eterno. No, para unos cuantos de nosotros sólo hay un camino cierto, el del conocimiento, el de saberse mediocre, el de no sentirse atractivo, ni valiente, ni capaz de cualquier cosa, eso es ser incapaz de mentirse uno a sí mismo. Es poner las cosas en su sitio.
He visto cómo la gente se acicala mientras otro ser humano pierde las entrañas a su lado. Esa impasibilidad es el camino del autoengaño. Para mi la felicidad es basura de primera categoría en un mundo como el que habitamos. ¡Cuidado! Eso no quiere decir que haya que abandonar el humor; todo lo contrario. Actualmente sólo la risa merece la pena. Comenzar por reírse de uno mismo. Parece fácil, pero es una de las cosas más peliagudas que pretenderse pueda, más arduo que hacer una carrera en una universidad privada como Scabwise.

Bienvenidos al camino que transita del autoengaño a la metacognición. Es un viaje lleno de atajos aparentes que pueden conducirnos a encrucijadas y laberintos, traza espirales que retornan a los mismos temas una y otra vez, se puede uno creer que ya llegó para despertarse hundido en la miseria de nuevo, al mismo borde del punto del que partió. Así que si usted no se siente cómodo asentado sobre la eterna duda, no se le ocurra emprender la senda, porque una cosa es segura, aquí no hallará respuestas ni soluciones a su miserable vida, aquí sólo encontrará terrores a cada paso, abismos en los que caer, inseguridad continua y al final del viaje…una pequeña sorpresa.
¿Sobre qué valores asentamos nuestras vidas? Las respuestas para un individuo insertado socialmente serán algo parecido a: la moral, el bien común, la familia, la amistad, el trabajo, la responsabilidad, la fe, etc.
¿De verdad asentamos nuestras vidas sobre tales valores? O mejor aún, de verdad asentamos nuestra vida sobre valores? Desde mi punto de vista, los valores son ya una consecuencia muy masticada que justifica nuestras acciones, sobre todo nuestras peores acciones. Los valores son el residuo que tenemos preparado por si alguien nos pregunta, son parte de la mascarada en la que nos hallamos inmersos cada día. Son el producto de la educación recibida, el barniz que nos queda de la infancia. Así, el respeto a la vida no nos impide desear la muerte de alguien, las más de las veces de alguien a quien hemos amado. No nos resulta difícil engañarnos al respecto.
¿Asentamos la vida sobre ideales? Una persona puede querer la paz, la democracia, la felicidad, la pareja perfecta, el crecimiento personal…



ANTIAYUDA

¿Para qué sirve esto de la antiayuda?

En pocas palabras, es el camino del autoengaño a la metacognición. Es necesario recordar que no se trata de un juego de palabras y que se corre el riesgo de llegar a decidir el suicidio como solución.

¿Qué es el autoengaño?

Uno más de los “autos” psicológicos en los que se menea la ciencia de la mente (autoestima y autoconcepto, autoinstrucciones, autoreferencias, autonomía personal,).. Viene a ser el disolvente universal de la conciencia. Se basa en la capacidad de arrimar el ascua a nuestra sardina en las situaciones más peliagudas y críticas de nuestra vida, pero más a menudo en el día a día es un conjunto de pautas que nos damos a nosotros mismos sobre nuestra forma de ser y estar en el mundo, es decir, nuestra percepción de la existencia. Así, nos vemos como buenas personas, optimistas, con habilidades sociales, atractivos e inteligentes, porque si nos viésemos como ineptos, feos, idiotas, marginales, lo llevaríamos mucho peor. El AE es una estrategia de supervivencia del yo frente a los otros y el mundo. Al parecer, ciertas dosis son adecuadas para la salud mental. Hoy en día, las dosis necesarias para que algunos puedan mantener su salud mental son altamente destructivas para quienes les rodean. Además, el AE puede aparecer disfrazado de conocimiento de uno mismo (es decir, si alguien parece seguro de sí mismo, es fácil que su aparente metacognición no se más que AE elevado a una potencia desconocida). ¿Se puede diferenciar el AE de la MC? Podemos descifrar quién está en uno u otro bando? Y lo que parece peor aún, ¿podemos percatarnos de eso mismo en nosotros mismos?
¿Qué es la Metacognición?

El prefijo “meta” tiene sus milenios ya. La MC es el conocimiento sobre el conocimiento, es lo que sabemos sobre lo que realmente sabemos, es una vuelta de tuerca más. El AE parece bastante accesible a la mayoría con un cerebro que funcione dentro de la normalidad, pero la MC requiere un desarrollo de la abstracción considerable, además si no se anda con cuidado se corre el riesgo de confundir MC y AE, así que hay que tener cuidado con el maestro que todos llevamos dentro.

Hay personas íntegras, que parecen pasar por la vida con su esquema de valores enterito y se van un día con la sensación del trabajo bien hecho, y hay quienes han sido muy buenos, muy malos y han vivido en la confusión la mayor parte del tiempo vital. Si nos diesen a elegir, seguramente la mayoría elegiría ser como los primeros, pero si analizamos un poco más el tema, es para tener cuidado. Si pensamos que nos hallamos en un mundo justo y equitativo en el que hacer el bien se ve recompensado con bien…qué idea tan ingenua. La idea del bien absoluto es tan patética…se ha hecho tanto daño en nombre del bien. Es decir, todo el daño se ha hecho desde la defensa del BIEN, porque pocos han actuado desde el mal. Una Cruzada, un exterminio racial, una bomba atómica, son sucesos históricos realizados en pro del BIEN. Hoy parece ser que todas las guerras son santas, así que todas buscan el bien y actúan desde ahí. Nos asentamos sobre la comodidad del día a día sin torpedearnos con dudas, pues todos hacen lo mismo y la cosa se sostiene. Pero todo nuestro bienestar es falso, es una ilusión, no hay más felicidad, sino que se reduce la posibilidad de reflexión, pues los nuevos estímulos suplantan a los anteriores en una cadena sin fin. Un nuevo aparato electrónico nos tiene entretenidos durante varias semanas hasta que desciframos sus instrucciones. ¿Pero hay alguien que utilice todas las funciones de su móvil realmente? Somos los consumidores, los que anhelamos recibir nuevas noticias sobre cómo hacer más rápido las cosas, cómo tener más memoria en un reducido espacio, etc…no hay final de la historia, sólo una vida perdida sin verdaderos valores. Así que llegados a este punto, ¿no es mejor pensar en el retiro de la vorágine? ¿No es más lógico perderse en la nada del mundo, si asentarse, sin procrear, sin atesorar nada, sin dejar huellas? Eso estaría bien, pero no es tan fácil y el camino es muy duro.
Hay personas íntegras, es posible, pero yo buscaría la integridad en el niño que debe pasar el día rebuscando en el basurero de la ciudad, antes que por algún despacho de una mente lúcida y triunfadora.
El ejercicio máximo de autoengaño es que aunque una persona sea una réplica generacional en cuanto a intereses, pasiones y gustos, no por ello deja de sentirse un individuo único, es la magia de hacer las cosas por primera vez, por uno mismo. Si tengo un BMW, un adosado, tv de plasma, viajo a exóticos lugares, apadrino un niño, tengo montón de amigos, mi empresa va bien, voy al gimnasio con regularidad, tengo una colección de música y libros impresionante, etc, etc, en qué me distingo de la mayoría burguesa? Por qué me considero único. La respuesta es aparentemente sencilla, porque consigo las cosas que quiero y las disfruto. A esta persona sería difícil llevarle la contraria…decirle que no es que le gusten ese tipo de cosas porque sí, el problema es que no podrían gustarle otro tipo de cosas, porque coge lo que le puede ofrecer el dinero y el tiempo de su vida, lo que tiene a su alcance es su haz de expectativas…¿y si esta persona termina con su vida? ¿Y si toma la iniciativa y pega un salto mortal y se va a plantar patatas a la huerta del pueblo y se olvida de todo? Entonces tendría una esquizofrenia o algo peor.
Consideramos enfermo a quien acumula restos hallados en la basura hasta llenar su casa, decimos que tiene el síndrome de Diógenes, pero aún no he oído mencionar una sola vez que se considere un enfermo al que acumula miles de millones. A ese se le mira con envidia, es un ídolo para las masas, pero nadie pensaría que se trata de un enfermo. Pues creo que no es más que la misma manifestación de lo que un ser humano puede ser, a lo que puede llegar.
El hombre que rebusca en la basura llegando a considerar un contenedor como un yacimiento de bienes materiales hace lo mismo que quien atesora millones con el petróleo, por ejemplo.
Desde que la comida tiene precio, estamos terminando con el ser humano, ya no existe el ser humano, se quedó atrás, si es que realmente existió. Soy pesimista, en el sentido que creo que hasta que no se haga el mal presente en toda su extensión, hasta que no lleguemos a tener que buscar en los cubos de basura, no entenderemos que las cosa está jodida de verdad, que todo el gran engaño y pantomima social se termina, que la civilización está terminando una fase muy rápido, mientras escribo esto, todo cambia y mañana será igual, aunque seamos testigos de transformaciones enormes no somos capaces de presentir que la hemos jodido bien, que ya no somos capaces de relacionarnos de manera auténtica con quien tenemos al lado, por pura supervivencia, los otros se hacen gente a la que le pasan cosas que nos dan igual. Cada día una burrada mayor a la otra y uno se cansa de oír frases como:
“Es el atentado con mayor número de muertos desde que acabó la guerra”
“Es la mayor subida desde el 11-S”
“Es la peor caída desde el 11-S”
“Es el mayor descubrimiento desde…”

(Continuará…o no)

domingo, 20 de enero de 2008

Sembrando palabras

A vueltas con las palabras
voy buscando a ciegas,
presintiendo las sendas
donde ya no hay huellas.
Arrancando sentimientos,
como las malas hierbas,
para que crezcan campos
donde sólo hay piedras.