jueves, 29 de enero de 2009

Descubres o inventas

Inventé la locura de soñar despierto
que aún era posible la magia.
Me hice un mundo en el que no había nadie
y poco a poco lo fui llenando de mí.
Detrás de las cosas percibía esencias,
hasta las piedras me contaban historias
que me construían sin cesar.
Fueron tantas las nuevas experiencias que todo
mi mundo se llenó, se infló de repente y estalló,
luego se dispersó salpicando
lo que había creído era la nada.
Pero allí estaban los otros y entre ellos tú,
la nada estaba plagada de mundos
que como el mío se hinchaban hasta explotar.
Con cada reventón los trozos de los otros se mezclaban
conmigo de manera inevitable,
¿cómo podía seguir pensándome?
Estar en el instante que precede
al suceso que les dará forma,
cada vez que nos encontramos, deshechos
fragmentados, entreverados de las vidas
que no son nuestras ni suyas ni de nadie.

Inventé la locura de soñar despierto
que aún era posible la magia.
Derroté a casi todos mis demonios
ignoré a muchos de mis ángeles,
me volví pacífico tras derrochar demasiada ira.
Parece mentira, saberse capaz de matar al instante
y jamás hacerlo, pasar por esta tierra minimizando el daño
pero, ¿y si llega el momento en el que no hay otro remedio?
¿seríamos capaces de matar para seguir vivos?
cada vez que oigo la respuesta, estoy más convencido
de que la mayoría que dice "no" es quien antes
derrrocharía su poder para evitar perecer.
Somos tan sutiles que no estimamos igual
acción u omisión.
Así, matar está peor visto que dejar morir
pero cada día, con el poder que tenemos,
podríamos estar salvando vidas;
sin embargo, seguimos sentados pensando lo buenos
que somos, pues no hacemos daño.
Se nos olvida que tampoco evitamos el daño,
dejamos que la injusticia se afiance alrededor
porque no van con nosotros las muertes de los otros,
de los que han tenido la mala suerte de nacer
en el lugar equivocado, donde la vida no vale nada.
Nosotros nos ponemos más allá del bien y del mal,
nosotros dejamos morir cada día, todos los días
pero, no matamos, no matamos, no matamos.


Inventé la locura de soñar despierto
que aún era posible la magia.
Que podía ser quien quisiese
Sobre todo, no dejar de ser
la parte de mí adorable,
la que festeja sobre esta tierra,
capaz de olvidarme al momento
de todas las tragedias ,
rodeado de unos que suman gente:
Como si el ser humano fuese
algo digno de ser.


Inventé la locura de soñar despierto
que aún era posible la magia.
Que desde siempre hay una parte de nosotros
Que alumbra secretos en pasadizos desiertos,
asombra en la noche de la primera cita
y despierta sentidos no siempre abiertos.


La magia se hizo posible y me paralizó por fin
En un presente extendido eternamente
Como si las cosas no fuesen a ser jamás
Como si la decisión ya tomada sea ineficaz
para resolver las trampas de las miradas
que sortean entre rendijas las ocultas verdades
de lugares artificiales a los que jamás se vuelve.
Quise contar todas estas maravillas
pero sólo me salían galimatías
que parecía pesadillas:
Incomprensibles,
difusas,
fragmentadas,
¿cómo seguir pensándome ahora?

("Jeder Engel ist schrecklich" "every angel is terryfing", Rainer Maria Rilke)