lunes, 1 de junio de 2009

El éxito terapéutico en psicología

Sobre las diferentes técnicas terapéuticas hay que decir que la mayoría de las estadísticas llevadas a cabo sobre el éxito de los tratamientos psicológicos muestran datos bastante similares. Es cierto que determinadas estrategias parecen más adecuadas para unos síntomas y/o diagnósticos, por supuesto, pero hay unas connotaciones que igualan a las diferentes líneas de intervención, aunque vengan fundamentadas en teorías muy variadas e incluso contradictorias.

NOTA:(el uso del masculino para nombrar al terapeuta o psicólogo obedece a la sencillez, pero por supuesto se quiere abarcar también a la terapeuta y a la psicóloga, por lo que no se ha pretendido hacer un uso machista del lenguaje).

¿A qué se debe este resultado?

No creo estar rompiendo un secreto del oficio, sino más bien, delimitando nuestro alcance como profesionales, sabiendo dónde tenemos que poner el énfasis de la intervención e intentando derribar, eso sí, algunos idealismos de adoradores de ídolos (los cuales tarde o temprano caen) que han llevado históricamente a la lucha enconada entre escuelas, generando además una profusa literatura pródiga y abigarrada, abundante en neologismos y de retórica indescifrable e infumable, en unas ocasiones y materializada otras en vulgares libros de auto ayuda de una ineptitud e ingenuidad que raya la desfachatez para el potencial individuo que acuda en busca de ayuda en su lectura.

Los datos lo dejan bastante claro:

- Un 40 % del éxito en la terapia se debe a factores extraterapéuticos: (1)

- Un 30 % se debe a la relación entre terapeuta y cliente, la alianza terapéutica (2)

- Un 15 % se debe al efecto placebo, a la expectativas, a la profecía autocumplida (3)

- Un 15 % a las técnicas terapéuticas en sí mismas (4)

(1) ...Una nueva pareja, un nuevo trabajo, un viaje, algo que cambia para bien a la persona....
Un suceso ajeno en sí mismo a la terapia, que modifica la existencia de la persona de manera transcendental (continuamente nos suceden cosas que se salen de la rutina, eso es la vida, plagada de acontecimientos que integramos con mayor o menor "normalidad" o casi que ignoramos o que queremos ignorar sin poder - así se forman los traumas, los bloqueos, los trabes mentales y toda la fenomenología de lo paranormal tiene cabida-).
Pues durante el proceso terapéutico también siguen ocurriendo sucesos maravillosos, como una nueva relación que anima a la persona, un cambio de trabajo...tal vez un tiempo después eso termine, pero mientras....el éxito terapéutico está bastante más asegurado, pero es un factor ajeno a la intervención del profesional en sí mismo. Desde este punto de vista, cuanto más larga sea una terapia, mayor probabilidad de que algo ajeno a la hora de consulta semanal tenga lugar en la vida del cliente.


(2) (Cliente, porque lo de paciente se ha desfasado aplicado a la persona que acuda a consulta psicológica).Es decir, hablamos la capacidad empática del profesional, el respeto y la autenticidad en el trato; además, ésa es la única manera sana de establecer una relación adecuada entre humanos, no hay más...- pero la moral es tan variada y las interpretaciones de las intenciones tan enrevesadas... - Eso es lo que se desentraña en la terapia, posibilitando la redefinición del pasado, de la percepción misma que la persona trae de la realidad, de su realidad, del futuro entonces mismo.

(3) Esto significa que las expectativas que genera la persona que decide acudir a terapia son en sí mismas importantes. Cuando alguien decide gastar su dinero acudiendo a un especialista en psicología ya está dando el primer paso hacia su curación, sólo el primer paso, pero como ya decía el proverbio chino: "el viaje de mil leguas comienza con un paso".
Y también se debe al cisne negro, pues nuestra capacidad de hacer profecías retrospectivas es manifiesta (como ya se ha mencionado en otro post, acerca del libro de Nicholas Taleb, en este mismo blog).

(4) Si pensamos que tan sólo un 15% es lo que define que un tratamiento tenga efectividad puede ser desalentador, si el profesional es un "ciego" que sólo ha tomado en serio la técnica, creyendo que los otros factores no son tan importantes como manejar a la perfección su manual...Así termina la magia...o no....

Porque lo que identifica al buen profesional es básicamente saber ganarse un tanto por ciento tras otro, posiblemente en este orden:

1º.- El establecimiento de la relación, crear una buena alianza terapéutica es lo imprescindible(autenticidad, respeto y empatía en el trato, que no se nos olvide), es decir, convencer a la persona para que vuelva a una 2ª, 3ª, 4ª, consulta....lo que le da un 30 %, si el "rapport" ha sido el adecuado.

2º.- Si puede sumar una técnica adecuada a las expectativas, estilo, lenguaje, forma de percibir de la persona, cultura de pertenencia, etc... estaremos acertando (eclecticismo y recordar la frase de un buen profesor que tuve en Salamanca: "Que al menos no salgan de la consulta peor de lo que entraron").

Ya tenemos un 45% (eso nos pone muy cerca del azar como profesionales).

3º.- Pero entonces, si hay relación y técnica adecuada, el efecto placebo casi se asegura...sabemos que lo que tenemos es una trayectoria que nos debe orientar hacia el encuentro de las excepciones. No busquenos tanto el problema, busquemos la ausencia del problema y sabremos lo que tendremos que ampliar. Aprovechemos la confianza depositada por el cliente en nosotros. Otro 15% que nos podemos sumar, si hemos sido cuidadosos hasta este momento y lo seguimos siendo. Ya habremos acumulado un 60% del éxito potencial.
Puede que sea más importante incluso el paso 3º que el paso 2º, puede que ocurran a la par, lo que queda claro es que desde el punto de vista del profesional, la técnica es controlable, el efecto placebo aparece, pero las consecuencias beneficiosas tanto de uno como del otro no están realmente en poder del terapeuta, sino de la persona que busca el alivio de su sufrimiento emocional.


4º.-Así, el efecto placebo puede ser muy pertinente para remarcar elementos extraterapéuticos (aquí comienza de nuevo la magia), que ocurren en la vida del cliente; podemos ir sumando el definitivo porcentaje que nos aleja del todo del mero azar terapéutico. La percepción de la persona sobre los acontecimientos que va viviendo en su vida cotidiana, como algo que es parte de los recursos que ya trae consigo, habilidades poco utilizadas o desaprovechadas, puede que invisibles, hasta que las ponemos bajo el foco de intensidad de la conversación terapéutica. Eso propicia una actitud abierta hacia cambios positivos, autoestima, seguridad, confianza en uno mismo y todas esas palabras que también salen en los libros de autoayuda. Para mí está claro que hay que utilizar el leguaje del cliente, no se trata de que aprenda un lenguaje nuevo y lleno de tecnicismos; esas explicaciones intrincadas y "profesionales" plagadas de interpretaciones suelen esconder a malos empatizadores, que se rodean de vocablos huecos y técnicas que confunden, que le ponen en una situación de poder, que puede funcionar o puede fracasar, porque sí es verdad que habrá personas que acuden a consulta y gustan de las explicaciones técnicas y no se les pueden negar, es verdad, pero a menudo, la persona no quiere oír teorías, ya tiene su teoría propia, lo que quiere es soluciones, tal vez más tarde aparezcan por sí mismas las explicaciones y muchas veces serán diferentes las que tenga el cliente a las que sugiera el terapeuta. Eso es parte de la magia, también. En definitiva, de lo que se trata es de aprovechar en lo posible lo que sucede fuera de la consulta y adaptarlo al camino emprendido por quien aspira a resolver sus problemas acudiendo a un profesional de la psicología. Lo que parece claro es que si propiciamos que la persona genere unas expectativas positivas sobre su vida, no es tan misterioso que le sucedan cosas positivas, como conocer a una persona significativa, cambiar de trabajo, tomar una decisión retrasada por mucho tiempo, etc.


Recordando que ya disponíamos de un 60%, si conseguimos sumar en torno a un 20% ó 30% de esas queridas "excepciones" que surgen en toda vida humana, donde no existe el problema, habremos llegado al 80% ó 90% del éxito terapéutico, eso sí es casi mágico.


Muchas técnicas terapéuticas sitúan el éxito en un margen por encima del 80%, ahora sabemos por qué, ahora sabemos que ser profesionales implica cosas diferentes a disponer únicamente de una magnífica teoría psicológica, significa convertir en parte de nuestra técnica el establecimiento mismo de la relación con el cliente, saber estar atentos a la manera en que la persona percibe la realidad, saber aprovechar la enorme cantidad de recursos que las personas traen a la consulta, recursos que no han sabido ver o se han ocultado a sí mismas, aceptaremos por otro lado que las expectativas generan cambios en la dirección positiva o negativa en que señalan, en fin, nos habremos hecho psicólogos, no meros utilizadores de técnicas y manuales encorsetados.

Eso no es fácil, requiere mucha experiencia, dominar cosas que nada tienen que ver con la psicología en sí, haber viajado y conocido maneras distintas de pensar, estar abierto a disciplinas variadas, estar abierto mentalmente, no atándose a una escuela concreta, tener habilidades para enfocar la conversación a diferentes niveles, hacer fácil lo difícil no es nada fácil, al menos al principio, aunque no está demás recordar, para terminar, unas palabras del venerable Minuchin sobre terapia familiar, donde comparaba al terapeuta con un Samurai, al citar a Musashi Miyamoto, un samurai del siglo XV. Así, el guerrero samurai aprende a manejar sus armas (las técnicas) hasta dominarlas a la perfección. Después, cuando ha conseguido un nivel muy diestro, debe abandonar esas armas y dedicarse al aprendizaje de un arte totalmente diferente, la poesía, la pintura, la caligrafía, hasta que ya no recuerde el manejo de las armas, hasta que haya olvidado las técnicas, entonces será un verdadero guerrero samurai, entonces podrá volver a utilizar la espada, porque su espada será una prolongación de su brazo.
Me parece una comparación deliciosa con la terapia.