sábado, 19 de julio de 2008

Descifrando el apego



El Apego es el vínculo afectivo que se crea entre el/la niño/a y las figuras de referencia inmediatas (padres, hermanos, abuelos…); en general, el vínculo más intenso será con los padres, pues el apego se inicia con las figuras cuidadoras y éstas suelen ser los padres; culturalmente, hoy en día, el mercado laboral crea un panorama en el que la dedicación en cantidad y calidad de tiempo tiende a distribuirse entre diferentes miembros de la familia y cuidadores/as profesionales o guarderías, lo cual no es malo en sí, pero puede generar una débil creación de vinculación adecuada con los progenitores y una distribución de vínculos entre varias personas que puede generar confusión afectiva, pero que desde un punto de vista positivo puede contribuir a mejorar la socialización (Félix López).

El apego se sostiene en dos aspectos básicos: disponibilidad e incondicionalidad. Un apego adecuado se basa en la proximidad y accesibilidad de la figura de referencia, por un lado y por el sentimiento de que tal figura no fallará cuando se la necesite, por el otro.
Cuando estas dos condiciones se debilitan, el vínculo comienza a estropearse hasta llegar a ser irremediable.

Nótese que hasta este momento hago alusión al Apego inicial que surge desde el nacimiento. Más adelante se hará referencia a cómo el tipo de apego delimitará una línea de posibilidades de construcción de relaciones adultas (de amistad y de pareja, especialmente).

En el primer año de vida, el recién nacido, presuponiendo un desarrollo “normal”, pasa por varios momentos, que respecto a lo que al apego se refiere, se pueden sintetizar diciendo que al principio hay una búsqueda de rostros y figuras humanas (voz, tacto, movimiento, temperatura, etc. que resultan atrayentes y reclaman su atención); en un segundo momento se inicia la discriminación entre unas figuras y otras, mostrando preferencia por las más cercanas, sus cuidadores habituales, en especial la madre. En un tercer momento, además de discriminar unas figuras conocidas de otras extrañas, surgen sentimientos de recelo, cautela e incluso rechazo al desconocido (en torno al octavo mes). En el segundo año el apego se consolida (enriquecido por todas las posibilidades que va construyendo el infante, como una mayor movilidad exploratoria, acceso al lenguaje, etc.).

¿Qué puede suceder para que no se forme un apego adecuado y seguro?

Muchas cosas, por supuesto, pues aunque los padres sientan “amor” por el bebé pueden cometer unos cuantos errores educativos que irán pasando factura, al ir acumulándose como en un efecto “bola de nieve”.

Las posibilidades del Apego (Bowlby):

Como se mencionó antes, dos condiciones básicas, disponibilidad en el tiempo e incondicionalidad, bastan por sí solas para describir la gama de posibilidades de desarrollo del apego. A lo largo de los primeros meses y acotando hacia los dos años (siempre habrá casos y es necesario citar la capacidad de resiliencia del ser humano) ya se ha encauzado un tipo de apego u otro:

Cuantos más fallos haya en alguno de ambos aspectos, peor tipo de vinculación afectiva podrá crearse, lo que repercutirá en toda la vida futura. Las posibilidades de tal construcción se materializan a través de la interacción con las figuras de apego mediante la calidad de la relación. Existe un estudio muy citado de Ainsworth (discípula de Bowlby), a través de una situación experimental con niños menores de 2 años, observando sus reacciones ante la separación de la madre (ésta sale de la sala y deja al niño solo), la entrada en la sala de un extraño y el regreso de la madre.

Las conclusiones configuran un panorama con varios tipos de apego:

Apego Seguro:

Los niños con este tipo de apego sienten ansiedad ante la separación (lloran) y ante el extraño, buscan de manera inmediata el contacto con la madre cuando ésta regresa. Reducen el llanto cuando vuelve la madre. Esto se debe a que las experiencias que han tenido han sido adecuadas, con calidad, existiendo contacto físico afectivo ajustado desde los primeros meses de vida. Sus madres han estado atentas y cuando el bebé llora lo cogen y atienden, ajustando la relación a sus necesidades

Apego evitativo:

Los niños no muestran angustia o enfado cuando la madre se aleja y sale de la sala. Pueden mostrarlo cuando ya están solos. No reaccionan de una manera diferente ante un extraño o su madre. Sin llegar a oponer resistencia o rechazar el contacto con la madre, tampoco reaccionan en sincronía, sino que se quedan inexpresivos y no reaccionan con alegría, no hay apenas una iniciativa de búsqueda de contacto físico con la madre. Sin duda, estos niños han pasado por experiencias en las que la madre no ha reforzado de manera adecuada la vinculación, posiblemente no han atendido sus llamadas ni llantos.

Apego ambivalente:

Mientras la madre está con ellos, buscan el contacto con insistencia y hay bastante consonancia, pero al dejarlos solos pueden llorar o no. Al regreso de la madre manifiestan rechazo, enfado, indiferencia o hacen cosas como esconderse de ella o pegarla. Suelen seguir llorando aunque la madre inicie contacto físico y ésta se manifiesta incapaz de calmarlos. Posiblemente ha existido un patrón poco consistente en la relación con el bebé, estando pendiente unas ocasiones, pero siendo indiferente y actuando con dejadez en otras, lo que suelen ser intentos educativos fallidos y poco coherentes para generar, puede que con buenas intenciones, hábitos adecuados en su hijo/a; sin embargo, lo que va aprendiendo el menor es a tener desconfianza y rechazo, así como una dependencia y contacto ansioso cuando la madre se halla presente.

Apego desorganizado:

En el experimento, cuando la madre entra en la sala, los bebés pueden reaccionar de formas muy diferentes (por supuesto, esta situación experimental se repitió varias veces con cada madre-hijo, en diferentes días para observar la consistencia de la relación). La mayor parte no establece contacto visual con la madre cuando ésta les toma en brazos, manteniendo una expresión expectante, atónita o indiferente. La inseguridad y desorganización del vínculo se muestra porque pueden llorar de pronto, tras haberse calmado, o se comportan de manera fría y distante ante los intentos afectivos de la madre.

Las conclusiones parecen claras. Se da un apego seguro ante comportamientos maternos consistentes en el tiempo, existiendo contacto físico y visual, con juegos diádicos ajustados, interacción variada en diferentes situaciones, interacción “auténtica” en el día a día de las rutinas (aseo, alimentación, sueño, etc.), siempre afectiva.
El apego inseguro (evitativo, ambivalente o desorganizado) se manifiesta cuando las madres no han tenido un contacto físico adecuado con su hijo, siendo más en función apetencias propias que por las demandas del bebé o ha existido ausencia de contacto físico; ante las rutinas diarias estas madres se comportan de manera maquinal, sin expresión afectiva, sin contacto visual ni juegos interactivos diádicos con su hijo/a. Suelen existir conflictos intrafamiliares y personales, ansiedad e insensibilidad materna. Es frecuente que tales madres hayan tenido una historia de apego no adecuada que transmiten generacionalmente. Lo dicho, centrado en la figura materna, por ser la de mayor relevancia para el bebé, sobre todo en los primeros meses, es igual de aplicable al padre u otras figuras de referencia cuidadoras.

¿Cómo influye todo esto en nuestra vida como adultos?
¿Por qué es malo el apego?
Amar no es apegarse a otro (la relaciones de pareja sanas)

Citando a Daniel Goleman, él menciona tras aspectos básicos, tres sistemas, que modulan el entramado de las relaciones de pareja, el amor.
Son: apego, cuidado y sexo. Respecto a este último, una relación amorosa tiene un componente sexual claro, sin el cual no tiene mucho sentido (respetando la platonicidad, claro), pero una sexualidad sana es bastante importante para que la pareja funcione (no es el tema ahora). Lo que queda claro es que sin atracción ni deseo por el otro,no habrá mucho futuro para esa pareja.
Además, en una relación de pareja surge la idea guía de cuidado del otro (queremos que se sienta bien, queremos protegerlo, cuidamos en lo posible del otro). Sin este componente, se hablaía más bien de una relación egoísta, insustancial o puramente sexual.
Por fin, el tipo de apego que hemos “mamado” se pone en juego ante la posibilidad de tener una relación de pareja.
Visto lo anterior, quien parte de un apego u otro juega con cartas muy diferentes. Sintetizando lo dicho referido a los tipos de apego,

¿qué adulto seremos en función de uno u otro?:

Estilos de apego y vida adulta:

Estilo Seguro: personas con una visión positiva de los otros y de sí mismos, bien desarrollada la asertividad, seguros de sí mismos, capaces de hablar se sus sentimientos. No quiere decir que sean perfectos, pero en las relaciones con los otros saben modular el contacto y no generan dependencia emocional.

Estilo Inseguro: ya sea evitativo, ambivalente o desorganizado, estas personas muestran ansiedad ante las relaciones, que resuelven de diferentes maneras, pasan por periodos de dependencia emocional obsesiva con algún “otro” que sea objeto de su amor. Pueden embarcarse en historias frustrantes y son especialistas en enamorarse de quienes no deben; se muestran incapaces de sentir amor y dejarse llevar, debido a la desconfianza. Suelen tener una visión negativa de los otros, problemas de baja autoestima y una visión negativa de sí mismos.
Este tipo de persona es la que hace que tengamos que decir que el Apego es algo negativo, que genera dependencia emocional (es aconsejable un vistazo a Walter Riso, por ejemplo: “¿Amar o depender?”), donde se pueden leer cosas como:
“…el desapego no es desamor, sino una manera sana de relacionarse cuyas premisas son: independencia, no posesividad y no adicción…la persona no apegada es capaz de controlar sus temores al abandono, no considera que deba destruir la propia identidad en nombre del amor, pero tampoco promociona el egoísmo y la deshonestidad…declararse afectivamente libre es promover afecto sin opresión, es distanciarse en lo perjudicial y hacer contacto en la ternura…romper con la adicción a su pareja no es…fomentar la frialdad afectiva…(quienes se “apegan al desapego” no son libres sino “esquizoides”). No podemos vivir sin afecto…pero podemos amar sin esclavizarnos. Una cosa es defender el lazo afectivo y otra muy distinta ahorcarse con él. El desapego no es más que una elección que dice a gritos: el amor es ausencia de miedo”.

En fin, saber todo esto no evita que nos sintamos y actuemos de maneras irracionales, pero partiendo del tipo de apego recibido en la infancia podemos hacernos conscientes de las relaciones que hemos ido estableciendo con los otros y qué parejas hemos tenido/tenemos o ya no tenemos ni queremos.
Y es bien diferente hablar de las necesarias condiciones de disponibilidad e incondicionalidad de un bebé para con su figura de apego a una relación de pareja como adultos, donde pedir esas condiciones sería bastante angustioso para el otro y frustrante para uno mismo.
Un tema interesante sería también el de considerar los diferentes tipos de pareja que pueden darse y cómo hay situaciones de parejas que, si para uno serían insoportables, para otro son su esencia. Lo digo por relaciones entre personas con apegos seguros/inseguros, en sus distintos grados, imaginando por ejemplo, qué pasaría entre diferentes combinaciones:
Seguro-Evitativo, Seguro-Ambivalente, Seguro-Desorganizado, Seguro-Seguro
Ambivalente-Evitativo, Ambivalente-Desorganizado, Ambivalente-Ambivalente
Evitativo-Desorganizado, Evitativo-Evitativo
Desorganizado-Desorganizado
Hay algunas de tales parejas que se darían muy raramente o durarían muy poco, otras pueden generar sistemas enfermos pasionales que salten en las noticias. Unas pocas combinaciones pueden sostenerse y alguna puede considerarse sana.
Si somos capaces de conocernos un poco y saber de dónde venimos, posiblemente podamos generar los cambios necesarios para no embarcarnos en viajes al infierno, en los que metemos a personas que, además, nunca quisieron embarcarse. Y si somos capaces de avanzar un poquito más, puede que un día consigamos por fin viajar con compañeros/as a los que les hagamos sentirse libres para amar sin miedos, como nosotros mismos nos sentimos.
Ese es mi deseo para tod@s

10 comentarios:

Donna_Regina dijo...

Andri...te felicito enormemente por este post tan didáctico e interesante y agradezco de la misma manera el esfuerzo que has dedicado a ello...

Esta frase me ha sorprendido gratamente: "(quienes se “apegan al desapego” no son libres sino “esquizoides”). No podemos vivir sin afecto…pero podemos amar sin esclavizarnos."
Transmite fielmente lo que yo pienso a cerca de las relaciones personales...

Te animo nuevamente a seguir manteniendo vivo tu blog y a mostrándonos y enseñándonos a ver lo que "se cuece" en el interior del ser humano.
;)

Andriu dijo...

Muchas gracias Donna!!, éste te lo debo a ti, espero tener tiempo y ánimos para seguir. Sin duda es muy motivante saber que hay alguien al otro lado, así que algunos textos más seguro que se amasarán. Nos leemos.

Anónimo dijo...

Felicidades
Un texto rico, pleno, maravilloso
¿Cuál sería en los seres humanos, sin el amor y el afecto? Creo, estoy seguro de que nada...

Andriu dijo...

Muchas gracias Josy, efectivamente, nada.Podría decir, sólo seríamos máquinas, pero hasta para las máquinas queremos sentimientos...me preocupa que al fin lo consigamos y sean más humanas de lo que lo son muchos de nuestra especie.

Pekeña dijo...

Fantastico,no podria estar mejor explicado y redactado.Felicidades y un millon de gracias.Me ha encantado.Te deseo tb a ti suerte y que encuentres tu pareja compatible.Un abrazo y gracias de nuevo!!!

Andriu dijo...

Muchísimas gracias a ti Pekeña, por tu comentario. Fue un placer elaborar este post y me gustaría dedicar más tiempo a temas parecidos. Quedo de veras muy agrdecido x todo lo que me transmites en tu comentario, un fuerte abrazo.

Shatik 1-3 dijo...

Mis felicitaciones, Andrius. Muy buen post sobre la teoría del apego: sintético y didáctico. Yo también resaltaría el comentario que une los eskizos con su problema de vinculación afectiva. Para mí cada vez es más claro que en muchos casos estamos diciendo lo mismo cuando nos referimos a alguien como eskizo o como alguien con apego evitativo.

Lo que me ha sorprendido es la referencia a Goleman en los tres sistemas básicos; yo esta referencia sólo la conocía de los trabajos de Phillip Shaver and Mario Mikulincer: ¿tienes la referencia exacta (libro, años) donde alude a ello? (te lo agradecería porque es un tema que me interesa).

Una última cuestión que me parece algo más difícil es cómo integrar el conocimiento de nuestro estilo de apego en nuestras vidas para producir un cambio. Es decir, teniendo en cuenta que estamos ante unos modelos internos o esquemas cognitivo-afectivos bastante estables y con cierta resistencia al cambio, sería necesario algo más que en un insight de cómo nos relacionamos afectivamente con los/as otros/as. Algo así como que ir a terapia es el primer paso para percibir la importancia de realizar un cambio, pero que luego hay que trabajárselo para que realmente ese cambio se produzca. No pretendo poner un punto de negatividad, pero quienes se han relacionado/interpretado sus vidas en una determinada clave durante tanto años, necesitarán de algo más para tener otro enfoque y otras metas (búsquedas) en sus relaciones. Sean relaciones con personas con apego seguro o sea un proceso terapéutico. Aunque sí, el cambio es posible. No creo en el determinismo del supuesto trauma inicial. Y muchas historias de éxito terapéutico son un reflejo de ello. Y sin mencionar a los resilientes, a los que tú aludes con acierto.

Saludos.

Andriu dijo...

Hola Shatik 1-3. Gracias por el interesante comentario que haces. Veo que tienes información sobre el tema. Intento responder sin extenderme:
1.- Sobre la esquizofrenia, no sé si conoces la teoría del doble vínculo, de Bateson, creo que ahí encaja perfectamente la relación que apuntas (él explica el origen de la esquizofrenia por la recepción sistemática persistente por el hijo de informaciones contradictorias de los padres, imposibles de cumplir a la vez...de manera simplista, la madre puede decir "prefiero que te pongas la camista verde, te sienta tan bien la camiseta roja"...).
2.- Goleman es sobre todo un divulgador. La cita que hago viene de su libro "Inteligencia Social", donde él hace referencia a las investigaciones de Shaver.
3.- Sobre el apego en la vida adulta, creo que depende del grado de deteriro de la vinculación que uno arrastre, claro. Aparte de la resiliencia, me gusta el concepto de "experiencia emocional correctiva", que originalmente proviene de Franz Alexander (del psicoanálisis), aunque me refiero más al uso que hacen del mismo desde la terapia breve estratégica. Sin profundizar mucho, únicamente desde la experiencia, bien a través de terapia primero o directamente en la vida cotidiana, de situaciones donde las emociones puestas en juego sean sanas y funcioanles, reduciendo/eliminando el miedo. Cito a Nardone en una entrevista que le hace Punset:"...en terapia, esto se refiera a la capacidad del terapeuta de atraer por medio de la sugestión, de la comunicación, la atención y la colaboración de los pacientes y entonces prescribir ciertas cosas que les den a estos pacientes la posibilidad de tener una experiencia emocional correctiva.
En otras palabras, hacer que esa persona sea capaz de enfrentarse a la situación que antes siempre trataba de evitar".
Perdona que no siga, el tema es complejo y amplio a la vez que muy atractivo, me quedo con lo que dices y más desde mi punto de vista como un simple psicólogo: EL CAMBIO ES POSIBLE.
Un abrazo y mis más sinceras gracias por tu comentario

Shatik 1-3 dijo...

Hola, Andrius.

Sí, conozco (y defiendo yo también) la teoría del doble vínculo. Creo que en la película de El niño que gritó puta, la madre muestra un poco de eso en ocasiones, no sé si tú coincidirás conmigo. Veo que tú también tienes la película entre tus favoritas, y que no soy la única persona que tiene gustos tan perturbados (es broma!: aunque como dicen algunas de mis amistades, también profesionales de la Psicología, quienes estamos en este negocio tenemos algún cable suelto, sólo alguno menos que los clientes que acuden a consulta… y por eso nos va la marcha de las “pedradas” de la gente).

En cualquier caso, gracias por la referencia y los comentarios. Lo de la experiencia emocional correctiva es un término acertado. Algo así intenté yo con alguien, pero el problema de los evitativos es que su resistencia está a tal nivel que niegan que su emocionalidad esté dañada: al negar la importancia de la emoción, se cargan de golpe el problema, y atribuyen al resto el querer relacionarse con ellos de forma más íntima.

Espero leerte algo próximamente en estas líneas que sugieres del doble vínculo o experiencia emocional correctiva. Me gusta mucho leerte. Un saludo.

Andriu dijo...

Hola Shatik 1-3, gracias de nuevo, espero seguir escribiendo, aunque a veces el blog puede pasar meses en el dique seco,jeje, no siempre se tiene el momento. Creo entender bien lo que dices sobre relacionarse con alguien evitativo, mi norma es ya, a estas alturas de la vida: jamás iniciar una relación íntima que tenga tintes terapéuticos, siempre acaba mal, sobre todo para quien se asoma al abismo del/la otro/a (sin embargo, esas relaciones al principio son tan atrayentes...).
Pues "the boy who cried bitch" me impactó mucho la primera vez que la vi, la pongo en inglés porque así la vi y no sabía ni lo que iba a ver ni que estuviese en inglés y salí "flotando en un oleaje de malestar" del único cine que había en la isla mediterránea en la que andaba allá por el 94... La podría retitular como el manual para construir un psicópata o algo así,jeje; para mí fue como la precuela de las películas habituales de psicópatas adultos e infinitamente mejor hecha.
Sobre la dedicación a la psicología, no te quepa duda, nadie en su "sano juicio" se dedicaría a esto, jajaja...
Un saludo y lo dicho, muchas gracias, espero escribir alguna cosilla más.