domingo, 13 de septiembre de 2009

BELDANDO (La cosecha)


















Beldar: separar la paja del grano


Lo confieso, soy de pueblo. Algo que a los de ciudad les hace mucha gracia, creo que porque piensan, cuando ven a uno de pueblo, que seguro es un ignorante paleto. Hay bastante archivo cinematográfico al respecto, puede que algo de certeza también. Habría que ver cómo se desenvuelve el de ciudad en el pueblo, por otra parte. Por lo que a mí respecta, mi primera anécdota en la ciudad fue ser atropellado por una bicicleta. Claro, yo estaba preparado para estar sobre aviso en lo que a los coches se refería, pero no pensé que un silencioso y peligroso ciclista descontrolado apareciese de la nada. El caso es que mi cuerpo de 9 años terminó desparramado por la calzada en la inercia del golpe, junto los libros que iban en mi cartera escolar de niño de pueblo que acababa de llegar a la city para estudiar. Recuerdo el escarnio del tipo, que ni se despeinó siquiera al llevárseme por delante, diciendo mientras se perdía en el asfalto para siempre: -“¡mira por donde vas, que te van a matar chaval!”.Que le den, digo yo, y le habrán dado, porque después de más de 30 años, seguro que por algún lado le habrán dado, como a todos.

No quería referirme aquí a mi transición a la ciudad, que ha sido una mera introducción anecdótica por mi confesión pueblerina. Lo que quiero reflejar son varias escenas que guardo muy vívidas en mi memoria y que se remontan a esa edad que va de los 6 a los 9 años.

Los recuerdos a los que hago referencia están enmarcados en esa etapa veraniega de la cosecha del cereal. Sé que para quien no lo haya vivido este tipo de cosa folclórica le sonará bastante rara. No podrá hacerse una idea de las sensaciones, los olores, el polvo dorado que flota en el aire volviéndolo denso y que se te agarra en la piel, que no para de sudar bajo el sol abrasador de final del verano, la luz difuminante que se crea cuando el sol de atardecer iluminaba la era, …



Me llamaban poderosamente la atención los ingenios utilizados para separar el grano de la paja. Por supuesto, no hablo del simple trillo, que también tiene su encanto, ni de las enormes cosechadoras que llegaron después y que ya lo hacían todo en el mismo campo de la siembra, como podemos verlas ahora en los campos de secano; no, a lo que me refiero es a una especie de artefactos que asemejaban casas rodantes, hechas básicamente de madera y que podían tener el tamaño de una furgoneta y que ahora me recuerdan al “castillo ambulante”, de Miyazaki. Cuando veía una de estas máquinas me daban ganas de meterme dentro y ver cómo era su mecanismo. Eran las beldadoras, que se movían a mano al principio, y después mecánicamente.

Las enormes trilladoras que vinieron luego también me resultaban llamativas, hablo de las de diseños más anticuados, que eran movidas por el motor de un tractor, con engranajes y correajes externos que había que atender cada poco; después ya vinieron las cosechadoras y se fue olvidando la era, pues una sola máquina lo hacía todo.

La época en la que guardo más recuerdos de la era en noches de luz difusa con atmósfera densa por el polvo que salía de la cosechadora y enormes montones cosechados propiedad de diferentes vecinos, esperando para ser fagocitados por la enorme máquina y escupidos por diferentes sitios, separando la paja por un lado y el grano por otro.

Sobre esos montones enormes jugábamos los niños, escaqueándonos a las miradas de los ajetreados adultos, enredados en sus faenas, pero dispuestos a echarnos la bronca por divertirnos. Es de una intensidad increíble el recuerdo de una noche, bajo la luz artificial de una bombilla tenue del tractor, que movía con su ruidoso motor a la enorme trilladora, a través de una cinta muy larga que formaba un ocho infinito, dando vueltas sin parar. La trilladora parecía que fuese a destartalarse al instante siguiente, pues toda ella entera se movía como un organismo casi vivo (igualito al castillo ambulante, ya digo); también salían múltiples y extraños ruidos de su mecanismo y la gente hablaba a gritos para poder entenderse por encima de todos esos ruidos. Todos iban protegidos con sombreros y pañuelos, de modo que parecíamos una pandilla de forajidos. Los niños también usábamos los pañuelos para evitar tragar el pertinaz polvo. Deambulábamos la escena, saltando a los enormes colchones de cereal, con el cuerpo en puro picor que ya ni molestaba, embelesados por el ajetreo y el enorme artefacto, jugando a pistoleros y al escondite, en ese ambiente de penumbra, alejándonos hacia la oscuridad y volviendo rápido hacia la pequeña isla de luz, polvo, ruido y magia que había en la era.

Esos tiempos ya pasaron.

Por último y en realidad el primer recuerdo cronológico que guardo al respecto de la época de la cosecha y por el que ahora escribo en realidad este post, se remonta a mis 6 años. Aún no habían llegado las máquinas de las que hablé más arriba; quiero decir que yo aún no las había conocido, porque seguro que ya existían, tan viejo no soy. Pero para mí eran aún algo que no existía como concepto siquiera y que viviría al siguiente verano tal vez.

Así que, la escena que se desarrollaba en la era, era mucho más plácida, más antigua y étnica. Tras la cosecha, hecha con hoz y guadaña, el cereal estaba repartido en un círculo de unos 20 metros de diámetro (puede que más puede que menos), sobre el que se daban vueltas y vueltas con el trillo, que era tirado por un par de mulas o vacas o lo que hubiese. Eso sí, había que prestar especial atención a un detalle escatológico, pues cuando el animal se ponía a hacer sus necesidades debía estar uno presto a meter un cubo debajo para evitar que cayese sobre el cereal y poder continuar trillando tranquilamente (esa tarea se podía encomendar a un niño). Para mí el trillo era un tío vivo increíblemente divertido, pues me podía subir y bajar a voluntad, me sentaba en el trillo con la función de hacer un poco de peso, pero al mismo tiempo pensaba que viajaba a lugares lejanos con ese vehículo de tracción animal. Era como vivir una aventura. El día que ahora recuerdo estaba acompañado de mi tía Esperanza, una mujer soltera, de carácter adusto, recio y sobrio, que llevaba toda la faena con mano férrea, dirigiendo cada tarea.

Tal vez no hubiese recordado todo esto de no ser por el detalle “cultural” que vino a continuación.



Estando en plena faena, paró un coche extranjero en la carretera cercana y una pareja se acercó embobada, con los ojos abiertos de par en par, a vernos trillar. Sus caras sonrientes me hacían pensar en posibilidades que no terminaba de entender y no comprendía qué les podía interesar de nosotros. El matrimonio se hacía comentarios y cada vez estaban más sonrientes, hasta que no pudieron evitar pedir a mi tía el hacernos unas fotos, así que allí posamos, como autóctonos campesinos graves, para la posteridad. Algún alemán (no sé por qué creo que eran alemanes, pero seguro que sería muy, muy raro que fuesen ingleses, así que me pega más que fuesen alemanes), tendrá esa foto, supongo.

Después se despidieron cortésmente, chapurreando unas palabras en castellano e incluso me dieron una propina y seguimos con la trilla. Pero algo cambió en mí. Pues la situación me hizo reflexionar sobre lo que hacía en ese momento y comencé a plantear preguntas a los demás, pero sobre todo a mí mismo. Es decir, eso hizo que me sintiese de varias maneras, primero importante, pues tenía interés para alguien que debía ser a su vez importante si había llegado allí desde tan lejos para hacerme una foto. Luego, tal vez a la vez, desconfiado (¿en serio podía tener algún interés lo que hacíamos?), por otra parte, afortunado, pues me había proporcionado unos céntimos para gastarme en chucherías, aunque tampoco entendía por qué me habían dado dinero por hacerme una foto; por fin, inevitablemente en mi caso, me sentí o percibí o razoné de manera meta cognitiva; hizo que reflexionase sobre la actividad en sí y la tarea agrícola pasó a ser algo en lo que yo quedaba incluido como un objeto de observación. En definitiva, se produjo la separación de la realidad, en cierto modo. Hasta ese momento yo era un niño que trillaba y no se hacía preguntas, después seguía siendo un niño, pero que sabía que trillaba y que se hacía preguntas. Parece una tontería, pero para mí creo que ahí radica el inicio de lo que luego serían todas mis comederas de tarro (hablo en este caso de las buenas, no de las traumáticas), el dedicarme a la psicología y el estar ahora dedicado a la ámbito más transcultural.

Puedo empatizar con la persona de una tribu que se ve sorprendia en su cotidianeidad por un extranjero (tal vez un antropólogo, tal vez un mero turista o ambas a la vez), interesado en retratar su vida. Así, su normalidad se convierte en algo especial, en cierto modo, pero la observación le cambia irremediablemente, pues transforma también su costumbre y le transforma sin querer en su propio observador…

martes, 25 de agosto de 2009

A dos milésimas de la realidad

Hace tiempo, viendo el programa de Punset, “Redes”, recordé algo que escribí hace unas décadas, sobre la posibilidad de que vivamos a unas dos milésimas de la realidad y que ahora retomo brevemente.


El tema del programa era la neurociencia y las conclusiones del experimento que contaban es que realmente nos encontramos en torno a medio segundo de la realidad.

En realidad yo escribí que vivíamos a dos milésimas de la realidad, pero supongo que habrá un margen según cada quien...jeje.
La conciencia y el inconsciente, lo que pensamos y lo que queda “oculto” se revelan de una manera sorprendente al poder observar al cerebro funcionando en directo.


El experimento parece sencillo.

Un sujeto con el cerebro monitorizado, se halla sentado frente a un ordenador donde un círculo de unos 10 cms. de diámetro va moviéndose al azar, rebotando en los bordes de la pantalla, al mismo tiempo que va cambiando de color pasando por tonalidades diversas. El individuo maneja un ratón que le permitirá parar ese movimiento.

Lo que se observa es que, cuando la persona decide parar el círculo en un tono y posición elegida...medio segundo antes de que el cerebro racional consciente decida el lugar y tono para hacer “click” (o sea, que se activen las zonas cerebrales del córtex encargadas de tal cosa), ya se han activado las conexiones neuronales que mueven la mano (mil millones de millones de sinapsis no son en vano).

¿Hay algo dentro que nos dirige y somos sólo conscientes de una parte del iceberg?

Esto me ayuda a reforzar la idea de cómo funciona nuestra cabecita.
Es un aviso para los que quieren hacerse conscientes de todo, tal vez no se trate realmente de tal cosa, sino de aceptar sin entender, elegir ser feliz o comprender al final que no se ha sido feliz es lo único que nos queda.


Yo solía decir que no buscaba ser feliz, que no era esa mi meta y ya cumplí con creces el objetivo.

Ahora me puedo buscar otras metas, tal vez ser un poco feliz no estaría mal.

Puesto que algo que soy ya decide sin que me pueda oponer, ¿no es mejor llevarse bien con uno mismo?


Esto es para reflexionar en otros niveles. Pensemos sino, cómo evitamos los accidentes y cómo los provocamos o cómo los vivimos mientras ocurren; algo reacciona antes de que lo decidamos y "vemos" lo que sucede como en una secuencia de película ralentizada y nos convertimos en espectadores.

Cuando alguien narra un accidente suele producirse tal efecto “espectador”, como de cámara lenta. Cito el caso de los accidentes pues como su propio nombre indica son algo sorpresivo y no buscado, lo mismo que los errores, al menos en teoría, porque según funciona el cerebro no podemos estar seguros del todo. El cerebro consciente elaborará su explicación, pero lo que ha sucedido es eso u otra cosa diferente (esto raya lo cuántico, ja,ja).

Y esa es la gran aventura, en eso se basa mucho de mi palique del “presente extendido” (del que no he escrito en este blog aún).

La realidad que percibimos, la que comprendemos, la que justificamos o defendemos, ya está decidida por nosotros antes, como ya dijo Don Juan, aquel brujo yaqui del desierto de Sonora: “recordamos, recordamos, recordamos”, no podemos hacer otra cosa, lo que sea que es la mente consciente, por mucho que tenga la capacidad planificadora de futuros posibles, es ni más ni menos que toda recuerdos y cuando los planes se hayan cumplido o no, serán ya recuerdos (interesante echar un vistazo al post del “cisne negro”) .

Y tal vez en eso se basa la magia (lo poco que queda) y también, por qué no, la prestidigitación (la mano es más rápida que el ojo en el experimento, je,je).


¿Si el pensamiento se para, la acción se inicia?…, mientras somos acción y sentimos, no procesamos pensamientos conscientes, aunque luego nos lo explicamos, pero eso es ya medio segundo después o unas milésimas detrás de la realidad, pues nos resulta imposible ser conscientes y vivir, es literalmente no humano (eso lo comprobaron ya los existencialistas en su largo intento de caza y captura del instante, algo tan vano como intentar cazar “gamusinos”, supongo).

Quizá por eso cada vez nos volvemos más tecnificados, necesitamos crear máquinas que perciban mucho más allá de nuestros sentidos, pero aún así seguirá siendo inevitable; hacernos conscientes requiere tiempo y, ¿quién sabe?

¿Será esa la clave por la que inventamos también el tiempo?

¿Cómo hemos llegado a necesitar hacernos conscientes por encima de sentirnos vivos?

Estoy seguro de una cosa y es algo que a veces aplico en terapia. Es cierto que se dice que hay que hablar del trauma, echar fuera con palabras nuestras emociones enquistadas, sí, es cierto, pero no es menos cierto que lo hagamos o no conscientemente, nuestro cerebro lo seguirá haciendo de igual modo.

Es importante no dejar de lado aquella estrategia que seguro nos contaron a todos; si tienes un problema o una palabra que no viene y se queda en la punta de la lengua o has perdido un objeto que ahora necesitas…piensa en otra cosa, verás como aparece. En otra versión se dice “consulta con la almohada” y mi abuela decía una oración a San Antonio para encontrar lo perdido..

Así que, recordemos eso por si acaso, si algo nos agobia mucho y rumiamos hasta el infinito sobre un problema, tal vez sea importante para solucionarlo el dejarlo de lado y dedicarnos a otra cosa, por paradójico que parezca.

Por probar que no quede.

Otra frase que ahora encaja es la de un libro de Stephen King en la que dice (no sé si es suya o reciclada): “Todo el mundo llega a ser aquello para lo que se entrena día a día, minuto a minuto, segundo a segundo, aunque no sea consciente de ello”).

Y para terminar:

“He cometido el peor de los pecados
que un hombre puede cometer...
No he sido feliz”
(Jorge Luis Borges)

lunes, 1 de junio de 2009

El éxito terapéutico en psicología

Sobre las diferentes técnicas terapéuticas hay que decir que la mayoría de las estadísticas llevadas a cabo sobre el éxito de los tratamientos psicológicos muestran datos bastante similares. Es cierto que determinadas estrategias parecen más adecuadas para unos síntomas y/o diagnósticos, por supuesto, pero hay unas connotaciones que igualan a las diferentes líneas de intervención, aunque vengan fundamentadas en teorías muy variadas e incluso contradictorias.

NOTA:(el uso del masculino para nombrar al terapeuta o psicólogo obedece a la sencillez, pero por supuesto se quiere abarcar también a la terapeuta y a la psicóloga, por lo que no se ha pretendido hacer un uso machista del lenguaje).

¿A qué se debe este resultado?

No creo estar rompiendo un secreto del oficio, sino más bien, delimitando nuestro alcance como profesionales, sabiendo dónde tenemos que poner el énfasis de la intervención e intentando derribar, eso sí, algunos idealismos de adoradores de ídolos (los cuales tarde o temprano caen) que han llevado históricamente a la lucha enconada entre escuelas, generando además una profusa literatura pródiga y abigarrada, abundante en neologismos y de retórica indescifrable e infumable, en unas ocasiones y materializada otras en vulgares libros de auto ayuda de una ineptitud e ingenuidad que raya la desfachatez para el potencial individuo que acuda en busca de ayuda en su lectura.

Los datos lo dejan bastante claro:

- Un 40 % del éxito en la terapia se debe a factores extraterapéuticos: (1)

- Un 30 % se debe a la relación entre terapeuta y cliente, la alianza terapéutica (2)

- Un 15 % se debe al efecto placebo, a la expectativas, a la profecía autocumplida (3)

- Un 15 % a las técnicas terapéuticas en sí mismas (4)

(1) ...Una nueva pareja, un nuevo trabajo, un viaje, algo que cambia para bien a la persona....
Un suceso ajeno en sí mismo a la terapia, que modifica la existencia de la persona de manera transcendental (continuamente nos suceden cosas que se salen de la rutina, eso es la vida, plagada de acontecimientos que integramos con mayor o menor "normalidad" o casi que ignoramos o que queremos ignorar sin poder - así se forman los traumas, los bloqueos, los trabes mentales y toda la fenomenología de lo paranormal tiene cabida-).
Pues durante el proceso terapéutico también siguen ocurriendo sucesos maravillosos, como una nueva relación que anima a la persona, un cambio de trabajo...tal vez un tiempo después eso termine, pero mientras....el éxito terapéutico está bastante más asegurado, pero es un factor ajeno a la intervención del profesional en sí mismo. Desde este punto de vista, cuanto más larga sea una terapia, mayor probabilidad de que algo ajeno a la hora de consulta semanal tenga lugar en la vida del cliente.


(2) (Cliente, porque lo de paciente se ha desfasado aplicado a la persona que acuda a consulta psicológica).Es decir, hablamos la capacidad empática del profesional, el respeto y la autenticidad en el trato; además, ésa es la única manera sana de establecer una relación adecuada entre humanos, no hay más...- pero la moral es tan variada y las interpretaciones de las intenciones tan enrevesadas... - Eso es lo que se desentraña en la terapia, posibilitando la redefinición del pasado, de la percepción misma que la persona trae de la realidad, de su realidad, del futuro entonces mismo.

(3) Esto significa que las expectativas que genera la persona que decide acudir a terapia son en sí mismas importantes. Cuando alguien decide gastar su dinero acudiendo a un especialista en psicología ya está dando el primer paso hacia su curación, sólo el primer paso, pero como ya decía el proverbio chino: "el viaje de mil leguas comienza con un paso".
Y también se debe al cisne negro, pues nuestra capacidad de hacer profecías retrospectivas es manifiesta (como ya se ha mencionado en otro post, acerca del libro de Nicholas Taleb, en este mismo blog).

(4) Si pensamos que tan sólo un 15% es lo que define que un tratamiento tenga efectividad puede ser desalentador, si el profesional es un "ciego" que sólo ha tomado en serio la técnica, creyendo que los otros factores no son tan importantes como manejar a la perfección su manual...Así termina la magia...o no....

Porque lo que identifica al buen profesional es básicamente saber ganarse un tanto por ciento tras otro, posiblemente en este orden:

1º.- El establecimiento de la relación, crear una buena alianza terapéutica es lo imprescindible(autenticidad, respeto y empatía en el trato, que no se nos olvide), es decir, convencer a la persona para que vuelva a una 2ª, 3ª, 4ª, consulta....lo que le da un 30 %, si el "rapport" ha sido el adecuado.

2º.- Si puede sumar una técnica adecuada a las expectativas, estilo, lenguaje, forma de percibir de la persona, cultura de pertenencia, etc... estaremos acertando (eclecticismo y recordar la frase de un buen profesor que tuve en Salamanca: "Que al menos no salgan de la consulta peor de lo que entraron").

Ya tenemos un 45% (eso nos pone muy cerca del azar como profesionales).

3º.- Pero entonces, si hay relación y técnica adecuada, el efecto placebo casi se asegura...sabemos que lo que tenemos es una trayectoria que nos debe orientar hacia el encuentro de las excepciones. No busquenos tanto el problema, busquemos la ausencia del problema y sabremos lo que tendremos que ampliar. Aprovechemos la confianza depositada por el cliente en nosotros. Otro 15% que nos podemos sumar, si hemos sido cuidadosos hasta este momento y lo seguimos siendo. Ya habremos acumulado un 60% del éxito potencial.
Puede que sea más importante incluso el paso 3º que el paso 2º, puede que ocurran a la par, lo que queda claro es que desde el punto de vista del profesional, la técnica es controlable, el efecto placebo aparece, pero las consecuencias beneficiosas tanto de uno como del otro no están realmente en poder del terapeuta, sino de la persona que busca el alivio de su sufrimiento emocional.


4º.-Así, el efecto placebo puede ser muy pertinente para remarcar elementos extraterapéuticos (aquí comienza de nuevo la magia), que ocurren en la vida del cliente; podemos ir sumando el definitivo porcentaje que nos aleja del todo del mero azar terapéutico. La percepción de la persona sobre los acontecimientos que va viviendo en su vida cotidiana, como algo que es parte de los recursos que ya trae consigo, habilidades poco utilizadas o desaprovechadas, puede que invisibles, hasta que las ponemos bajo el foco de intensidad de la conversación terapéutica. Eso propicia una actitud abierta hacia cambios positivos, autoestima, seguridad, confianza en uno mismo y todas esas palabras que también salen en los libros de autoayuda. Para mí está claro que hay que utilizar el leguaje del cliente, no se trata de que aprenda un lenguaje nuevo y lleno de tecnicismos; esas explicaciones intrincadas y "profesionales" plagadas de interpretaciones suelen esconder a malos empatizadores, que se rodean de vocablos huecos y técnicas que confunden, que le ponen en una situación de poder, que puede funcionar o puede fracasar, porque sí es verdad que habrá personas que acuden a consulta y gustan de las explicaciones técnicas y no se les pueden negar, es verdad, pero a menudo, la persona no quiere oír teorías, ya tiene su teoría propia, lo que quiere es soluciones, tal vez más tarde aparezcan por sí mismas las explicaciones y muchas veces serán diferentes las que tenga el cliente a las que sugiera el terapeuta. Eso es parte de la magia, también. En definitiva, de lo que se trata es de aprovechar en lo posible lo que sucede fuera de la consulta y adaptarlo al camino emprendido por quien aspira a resolver sus problemas acudiendo a un profesional de la psicología. Lo que parece claro es que si propiciamos que la persona genere unas expectativas positivas sobre su vida, no es tan misterioso que le sucedan cosas positivas, como conocer a una persona significativa, cambiar de trabajo, tomar una decisión retrasada por mucho tiempo, etc.


Recordando que ya disponíamos de un 60%, si conseguimos sumar en torno a un 20% ó 30% de esas queridas "excepciones" que surgen en toda vida humana, donde no existe el problema, habremos llegado al 80% ó 90% del éxito terapéutico, eso sí es casi mágico.


Muchas técnicas terapéuticas sitúan el éxito en un margen por encima del 80%, ahora sabemos por qué, ahora sabemos que ser profesionales implica cosas diferentes a disponer únicamente de una magnífica teoría psicológica, significa convertir en parte de nuestra técnica el establecimiento mismo de la relación con el cliente, saber estar atentos a la manera en que la persona percibe la realidad, saber aprovechar la enorme cantidad de recursos que las personas traen a la consulta, recursos que no han sabido ver o se han ocultado a sí mismas, aceptaremos por otro lado que las expectativas generan cambios en la dirección positiva o negativa en que señalan, en fin, nos habremos hecho psicólogos, no meros utilizadores de técnicas y manuales encorsetados.

Eso no es fácil, requiere mucha experiencia, dominar cosas que nada tienen que ver con la psicología en sí, haber viajado y conocido maneras distintas de pensar, estar abierto a disciplinas variadas, estar abierto mentalmente, no atándose a una escuela concreta, tener habilidades para enfocar la conversación a diferentes niveles, hacer fácil lo difícil no es nada fácil, al menos al principio, aunque no está demás recordar, para terminar, unas palabras del venerable Minuchin sobre terapia familiar, donde comparaba al terapeuta con un Samurai, al citar a Musashi Miyamoto, un samurai del siglo XV. Así, el guerrero samurai aprende a manejar sus armas (las técnicas) hasta dominarlas a la perfección. Después, cuando ha conseguido un nivel muy diestro, debe abandonar esas armas y dedicarse al aprendizaje de un arte totalmente diferente, la poesía, la pintura, la caligrafía, hasta que ya no recuerde el manejo de las armas, hasta que haya olvidado las técnicas, entonces será un verdadero guerrero samurai, entonces podrá volver a utilizar la espada, porque su espada será una prolongación de su brazo.
Me parece una comparación deliciosa con la terapia.

jueves, 21 de mayo de 2009

PARCIALIDAD

Como humanos, estamos condenados a vagar entre la inevitabilidad de conocer parcialmente la realidad y la necesidad de comprenderla toda.
Ansiamos la verdad, pero siempre seremos incapaces de abarcarla.
Eso produce desarreglos que son resueltos de diversas maneras, desde quien halla la solución en la religión, con sus rígidas doctrinas que son dogma de fe, impermeable a certezas de última hora, hasta quien se obstina en descubrir o inventar nuevas fórmulas y teorías científicas que describan o expliquen un poquito mejor lo inasible.
Ni unos ni otros estamos en posesión del conocimiento, pero prefiero la incertidumbre al dogmatismo estático, prefiero abrazar la nada a creerme un mundo mejor para después de muerto.
Sobre todo, prefiero ser acción a quedarme sentado en el sillón y aunque lo prefiera, es tan difícil levantarse una y otra vez, es tan cansado equivocarse, tan angustioso no saber, que dan ganas de de aferrarse a un ser supremo y diluirse en Él.
Poco a poco vamos comprobando que no nos diferenciamos apenas del resto de los animales, sin embargo, hemos perdido la dignidad animal, no sé cuánto hemos ganado a cambio, pero estoy seguro de que por el camino, entre tantas concesiones civilizadas, hemos dejado de lado la conexión con la realidad casi definitivamente.
Ahí es donde más patéticamente se muestra nuestra parcialidad, cuando hablamos de “La Naturaleza”, como si fuese algo que pudiésemos observar desde fuera, como si el aire que respiramos nos perteneciese sólo a nosotros, como si la naturaleza fuese un gran Zoo, al que podemos entrar un rato de visita para luego volvernos a casa, donde nos sentimos tranquilos y seguros. Somos tan fácilmente sugestionables, tan ingenuos cuando nos creemos tan listos, nos pensamos al margen de la vida, nos colocamos en un lugar que no existe, un sitio imaginado, pobremente imaginado además, que ya no sirve, que nos devuelve la basura generada, que nos ha llenado la mente de deshechos, de los que nos alimentamos hasta morir, pues hemos perdido ya la conexión con la Humanidad, ya no podemos llamarnos así, no creo que el ser humano sea algo merecedor de ser salvado, no tal como ha llegado a ser ahora, no como se piensa ahora a sí mismo.
Lo cierto es que lo definitivo está dispuesto, lo irreversible está sobre la mesa, mañana ya es tarde pero, en realidad, ¿le ha importado a la mayoría de la gente algo más que su ombligo a lo largo de su vida? Yo creo que no, aunque alguien tendrá que pagar la factura, supongo.

martes, 12 de mayo de 2009

Otra mirada diferente del mundo

Se diría que un enorme rostro toca con la punta de su nariz la nariz de un hombrecillo que camina sin saber a dónde

lunes, 27 de abril de 2009

FRASES DE HOY

Todos nuestros rencores se crean porque, al reprimirnos, no hemos sido capaces de alcanzar nuestra meta. Esto no lo perdonaremos nunca a los otros.
Ciorán, Silogismos de la amargura

“Yo he hecho esto”, dice mi memoria. “Yo no puedo haber hecho esto”, dice mi orgullo, y se mantiene inamovible. Al final, la memoria se rinde”
Nietzsche, Cómo se filosofa a martillazos

miércoles, 25 de marzo de 2009

Propósito, año 1997

El Guerrero
(Obra a base de chicle, rotulador, lápices y cartón de caja)...así quedó, pero tiene algo que hizo que se salvase de la quema.

martes, 17 de marzo de 2009

martes, 3 de marzo de 2009

Diálogo de la serie Dr. House


"Dr. House: La experiencia entre la vida y la muerte... la supuesta luz y demás, no es más que una reacción bioquímica por la liberación de sustancias en un cerebro que se apaga…eso muestran las pruebas.

Dr. Adjunto: Entonces, ¿prefieres pensar que esto es todo lo que hay?, ¿encuentras más consuelo en eso?

Dr. House: No, encuentro más consuelo en pensar que todo esto no sea más que una prueba."


Como ya dijo Epicuro. "Puede que haya dioses, puede que no, no me importa. Si los hay, no se ocupan de los hombres, ¿por qué me iba a ocupar yo de los dioses?


Y Giordano Bruno con sus infinitos mundos e infinitos jesuses no se quedó corto por el otro lado, aunque fue mal interpretado en la época y terminó tostado tras ser torturado.


S I C T R A N S I T G L O R I A M U N D I

VIRESCIT VULNERE VIRTUS

martes, 10 de febrero de 2009

MANDALAS










Haciendo mandalas

domingo, 8 de febrero de 2009

ALAS DE MARIPOSA


La Nebulosa M2-9, “Alas de Mariposa”, descubierta por Rudolph Minkowski en 1947, es una nebulosa planetaria en la constelación de Ofiuco a unos 2100 años luz de la Tierra. Es una nebulosa bipolar con dos lóbulos de material emitidos por la estrella central. Las nebulosas planetarias parecen estar compuestas por enormes masas de nubes de gases emitidos por estrellas moribundas. Mientras una estrella comienza a agotar su combustible, cerca del final de su vida, su núcleo se contrae y su envoltura se expande, para terminar expulsando las capas exteriores al espacio, produciendo sorprendentes formas. La Nebulosa M2-9 muestra las etapas finales de una estrella binaria. Situada en el centro de la nebulosa, las componentes son una estrella gigante y una enana blanca caliente que orbitan dentro de un disco gaseoso 10 veces mayor que la órbita de Plutón.

jueves, 29 de enero de 2009

Descubres o inventas

Inventé la locura de soñar despierto
que aún era posible la magia.
Me hice un mundo en el que no había nadie
y poco a poco lo fui llenando de mí.
Detrás de las cosas percibía esencias,
hasta las piedras me contaban historias
que me construían sin cesar.
Fueron tantas las nuevas experiencias que todo
mi mundo se llenó, se infló de repente y estalló,
luego se dispersó salpicando
lo que había creído era la nada.
Pero allí estaban los otros y entre ellos tú,
la nada estaba plagada de mundos
que como el mío se hinchaban hasta explotar.
Con cada reventón los trozos de los otros se mezclaban
conmigo de manera inevitable,
¿cómo podía seguir pensándome?
Estar en el instante que precede
al suceso que les dará forma,
cada vez que nos encontramos, deshechos
fragmentados, entreverados de las vidas
que no son nuestras ni suyas ni de nadie.

Inventé la locura de soñar despierto
que aún era posible la magia.
Derroté a casi todos mis demonios
ignoré a muchos de mis ángeles,
me volví pacífico tras derrochar demasiada ira.
Parece mentira, saberse capaz de matar al instante
y jamás hacerlo, pasar por esta tierra minimizando el daño
pero, ¿y si llega el momento en el que no hay otro remedio?
¿seríamos capaces de matar para seguir vivos?
cada vez que oigo la respuesta, estoy más convencido
de que la mayoría que dice "no" es quien antes
derrrocharía su poder para evitar perecer.
Somos tan sutiles que no estimamos igual
acción u omisión.
Así, matar está peor visto que dejar morir
pero cada día, con el poder que tenemos,
podríamos estar salvando vidas;
sin embargo, seguimos sentados pensando lo buenos
que somos, pues no hacemos daño.
Se nos olvida que tampoco evitamos el daño,
dejamos que la injusticia se afiance alrededor
porque no van con nosotros las muertes de los otros,
de los que han tenido la mala suerte de nacer
en el lugar equivocado, donde la vida no vale nada.
Nosotros nos ponemos más allá del bien y del mal,
nosotros dejamos morir cada día, todos los días
pero, no matamos, no matamos, no matamos.


Inventé la locura de soñar despierto
que aún era posible la magia.
Que podía ser quien quisiese
Sobre todo, no dejar de ser
la parte de mí adorable,
la que festeja sobre esta tierra,
capaz de olvidarme al momento
de todas las tragedias ,
rodeado de unos que suman gente:
Como si el ser humano fuese
algo digno de ser.


Inventé la locura de soñar despierto
que aún era posible la magia.
Que desde siempre hay una parte de nosotros
Que alumbra secretos en pasadizos desiertos,
asombra en la noche de la primera cita
y despierta sentidos no siempre abiertos.


La magia se hizo posible y me paralizó por fin
En un presente extendido eternamente
Como si las cosas no fuesen a ser jamás
Como si la decisión ya tomada sea ineficaz
para resolver las trampas de las miradas
que sortean entre rendijas las ocultas verdades
de lugares artificiales a los que jamás se vuelve.
Quise contar todas estas maravillas
pero sólo me salían galimatías
que parecía pesadillas:
Incomprensibles,
difusas,
fragmentadas,
¿cómo seguir pensándome ahora?

("Jeder Engel ist schrecklich" "every angel is terryfing", Rainer Maria Rilke)