lunes, 28 de marzo de 2011

La curiosidad no mató al gato

Si hay alguna característica humana que pueda defenderse, para mí una sin duda es la curiosidad.


En una entrevista al director de cine Luis García-Berlanga (que nos dejó a finales de año 2010), el entrevistador le plantea la manida pregunta:


- ¿Tres razones para vivir?


Un silencio prolongado varios segundos deja la siguiente respuesta de Berlanga:


- Con una me sobra: la curiosidad.


Si ya me caía bien, por algunas de las mejores películas del cine español, esa frase lo consagró para mí.


Es justo lo que yo digo, la curiosidad, tan sólo eso ya nos mantiene vivos a algunos, por encima de la esperanza.


¿Tal vez sea un disfraz de la esperanza?


¿O una premisa, un antecedente de la esperanza?.



Lo que tengo claro es que la esperanza, como razón última y única se me quedaba corta y yo solía decir, cuando alguien comentaba eso de "la esperanza es lo último que se pierde", que prefería que me quedase sólo el humor, aunque se me acabase la esperanza, pues sin esperanza podía sobrevivir, pero sin humor ni siquiera malvivir.


Y la curiosidad tiene mucho más que ver con el humor que la tradicional acepción de la esperanza.


En cierto modo, la esperanza es más bien una pasividad, la espera de algo más o menos conocido, deseado y que aún no se tiene, mientras que la curiosidad es siempre acción, un movimiento hacia lo desconocido (gracias a un amigo por la conversación que tuvimos al respecto).


Si tuviese que redefinir la Esperanza diría que si se aliña con curiosidad y humor, perfecto, sino para mí no es.


Como dato curioso, parece ser que la frase-refrán original (procede de Gran Bretaña y citada ya por Shakespeare ), es "la preocupación mató al gato", ("care killed the cat") y así se mantiene hasta el siglo XIX, pero en el siglo XX se comenzó a utilizar "la curiosidad mató al gato", como la conocemos.


¿Por qué se cambió la frase? No sé, no se sabe, no sé si se sabe.


Pero parece mucho más acertada la frase original. El gato no se muere más por curioso y despreocupado, sino por paranoico y preocupado, muere antes por intentar evitar un peligro real o intuido que por mostrarse curioso y entretenido.


Así que,... ¡seamos más curiosos y menos ansiosos!

8 comentarios:

Shatik 1-3 dijo...

Hola, Andrius. Muchas gracias por el post sobre la curiosidad. Sin duda, un valor a recuperar y tener presente (como la herencia dejada por Luis García Berlanga).
No sé de donde procede la derivación del cuidado a la curiosidad en el dicho sobre a lo que mató al gato, pero me parece cuanto menos “curioso” (valga la redundancia). Y lo digo porque la curiosidad a lo largo del ciclo evolutivo parece que se va devaluando, cual moneda de economía frágil (me temo que muy mal símil en los tiempos que corren...). Así, la curiosidad pasa de ser esperable en la niñez a no deseable en la madurez. Y es que, tal y como lo veo yo, para mí la curiosidad implica dos circunstancias: 1) una situación de partida de desconocimiento, y 2) un interés activo por descubrir. Y ni lo uno lo otro parece que vaya parejo al pobrecito adulto que, por una parte, ya no puede permitirse el lujo de no saber (un compañero me dijo en cierta ocasión que lo importante no es no saber sino que los demás no se den cuenta), pero mucho menos puede permitirse mostrar una inquietud activa por descubrir. De nuevo, a partir de cierta edad hay que estar centrado/a en la vida, con un patrón conservador de actuación dentro de los cánones establecidos, y sobre todo, porque se equipara lo nuevo a riesgo (¡mu mala cosa...!). No obstante, cuando hablamos de curiosidad por las cosas, cuanto más elevadas/trascendentales sean (es decir, ideas), ésta gozarán de mayor aceptación cuando quien profesa dicha curiosidad es alguien próximo a las artes, o intelectuales u otros “tipos raros” (lógicamente, el entrecomillado es mío y no suscribo lo despectivo de esta expresión). Pero si hablamos de curiosidad por el comportamiento humano (y aquí no vale lo trascendentales/abstractos/selectos/estupendísimos que nos pongamos), el pecado es mortal, porque existe la sospecha de que somos unos cotillas de mil pares de narices.
Yo también reivindico la curiosidad. Porque si de algo me voy dando cuenta con el tiempo es de que, suscribiendo la manida frase de Sócrates y aunque suene a topicazo, sólo se que no sé nada. Bueno, vale: sé algunas cosas, pero que aún así hay muchas cosas que no sé, pues también. Y cada vez me da menos vergüenza reconocerlo, porque es mi único acicate para seguir descubriendo y una importante motivación vital (como también parecía serlo para Luis García Berlanga). Aunque muera en el intento, como el pobre gato... ;-)
Saludos.

Andriu dijo...

Gracias por el comentario. Con la curiosidad creo que pasa como con la ingenuidad...bueno y con más cosas.Quiero decir, que tienen un anverso y un reverso. Así, la curiosidad puede ser sana... o malsana, cuando alguien indaga por indagar, por ejemplo, en la vida personal de otro...me refiero en el post a la sana curiosidad de mirar a lo desconocido con afán de conocimiento para crecer, sólo a esa. La ingenuidad corre una suerte parecida, me parece imprescindible para cualquier acto creador, aunque uno no puede ser ingenuo ante determinadas cosas en este mundo, claro. Pero dejar de ser sanamente ingenuo es la antítesis de la frase socrática que citas y es por desgracia el resultado adulto de nuestro sistema educativo de aprendizaje...bueno de nuestro sistema en general. Un saludo y gracias Shatik 1-3.

Kari velez dijo...

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Shatik 1-3 dijo...

Hola Andrius,
Andas vago o desganado? ;-)
Ahora que llega el verano (bueno, ya ha llegado) y con él las vacaciones, siento esa avidez de sumergirme en lecturas. Y las contadas en primera persona últimamente me interesan más que los best-sellers.
Algo con lo que obsequiar a quienes te seguimos?
Saludos desde mi navío.

GoNa dijo...

Y el Amor.

No concibiría la curiosidad y el humor como razones para vivir, sin el roce del amor, la pasión, la ternura... llenándoles de todo sentido.

Andriu dijo...

Hola Shatik:
Aunque llegó el verano, yo no he podido coger vacaciones, tal vez necesite algo como un año sabático, jeje, pero ahí queda una nueva entrada. Me gustaría ser más constante con el blogg, pero como me gusta decir: uno propone y la realidad se impone.
Gracias por los ánimos.
Nos leemos
Un saludo

Andriu dijo...

Hola GoNa:
Y el amor, sí, el amor.
Podríamos definirnos como un conglomerado de rutinas, acontecimientos y compromisos y casi estaríamos definidos, pero el amor tiene la virtud de trastocar todo lo quu creímos firme y dar un nuevo orden a nuestras vidas, donde las rutinas se hacen acontecimientos impregnados de compromiso.
Gracias por tu comentario

GoNa dijo...

Escribió Bertrand Russel en su obra La conquista de la felicidad que los animales conservan su entusiasmo, su interés natural por el mundo exterior, incluso cuando son adultos y siempre que conserven la salud. Así, un gato (gato curioso, que no preocupado, del que tú también hablas) que entre en una habitación desconocida, no se sentaría hasta que hubiera olfateado todos sus rincones.

La curiosidad y el humor. Berlanga citó la primera cuando le preguntaron por la razón de vivir; tú añades la segunda.

¿Y nada más?, ¿tan solo eso?.

Cuando en mi anterior comentario te recordaba el Amor, por su puesto me refería a amar y sentirse querido. No somos animales, qué sería de la vida si no fuera por esa emoción especial que nos une a los demás, a las cosas y también a nosostros mismos.

Pero sobre todo me refería a que la curiosidad y el humor no tendrían sentido, ni valor, ni nada de nada, sin un profundo interés y entusiasmo por la vida. Porque lo contrario sería vacío, frío, cinismo, desencanto.

Y así yo tampoco tendría razones para vivir.