domingo, 10 de agosto de 2008

A LA DERIVA

Grafiti bajo el puente


Una de mis aficiones ha sido caminar sin rumbo en una ciudad nueva o ya conocida, haciendo que mis pasos vayan por calles por las que habitualmente no iría, ver sitios que ni siquiera vienen en las guías, calles no turísticas, observar cosas que no permanecerán, que sólo se pueden ver una vez, que quizá en otra posible visita ya no existan, etc. Es curioso cómo la posibilidad del descubrimiento está tan cerquita cada día. Y es tan sencillo regresar a casa por otro camino, ir a comprar a una tienda en la que jamás entré, tomar un café en un bar al que tal vez ya no vuelva más o ver partes de la ciudad insospechadas, como el hallazgo reciente de un parque que tiene un barranco en el fondo, gradas de piedra, un puente bajo el cual hay unos grafitis muy currados, escalinatas metálicas zigzagueantes, un viejo caserón con apariencia de castillo abandonado…es un sitio que me produce algo especial y lo mejor es que casi nunca hay nadie. La gente pasa por encima del puente y nadie suele bajar, para muchos, aunque lo vean, realmente no existe. Lo sé porque yo pasé muchas veces por encima de ese puente, con mi coche o andando y durante bastante tiempo no llamó mi atención, hasta que un día me dejé llevar por mis ganas repentinas de pasear por allí debajo.
Esto me hace pensar que gran parte de nuestra vida puede transcurrir de manera rutinaria, sin percatarnos de la cantidad de cosas especiales que nos perdemos por no ser capaces de romper algunos hábitos cotidianos, cosas que suceden a nuestro lado.
Algo tan trivial como caminar si aparente rumbo por una ciudad es algo que ya se plantearon algunas personas a mediados del siglo XX como algo digno de ser experimentado a posta (por no hacer referencia a los antiguos peripatéticos, claro), me refiero al movimiento “Situacionista”, considerados inspiradores ideológicos del Mayo del 68. Guy Debord junto con otros colegas, crean el Situacionismo, dentro del que idean la Psicogeografía, que viene a ser el estudio de cómo las personas nos vemos afectadas emocionalmente por la arquitectura urbana, por la organización social capitalista y la burocracia de las ciudades, planteando además la necesidad de hacer cambios para no convertirse en meros artistas burgueses. En este sentido, hablan de corrientes de flujo en las ciudades, de puntos psicogeográficos “fijos”, “torbellinos”, de la “Creación de situaciones” y de la “Deriva” (que viene a ser un paseo apresurado y un tanto aleatorio por diferentes ambientes urbanos) como técnicas para producir esos cambios, que procuren, en palabras de Debord:
La actitud situacionista consiste en pujar sobre el flujo del tiempo, contrariamente a los procedimientos estéticos que tienden a fijar la emoción. El desafío situacionista al paso de las emociones y del tiempo sería la apuesta de ganar siempre sobre el cambio, yendo siempre más lejos en el juego y la multiplicación de los períodos excitantes”.

"El tiritador", cuadro de Jean Dubuffet que sustituye temporalmente al Viajero Extraviado.

Ya Nietzsche, con cierta melancolía, comentaba en su época cómo eran las cosas, diciendo que la gente parecía no tener un momento para pensar y recordaba otros tiempos en que lo normal era caminar sin prisas, para reflexionar, se disponía uno para pensar, se paraba literalmente, adoptando una actitud meditativa y luego, tras un lapso más o menos largo continuaba el camino con mejor ánimo, -los pensamientos paseados-.
Hace poco ha salido una especie de estudio científico sobre la relación de las personas con el espacio que habitan y donde llegan a la conclusión de que el área en la que se mueve una persona la mayor parte del tiempo de su vida transcurre en unos 10 kilómetros. Los caminos repetidos se solapan dando una instanténea espaciotemporal del movimiento de esa persona registrado día a día, lo que viene a ser a simple vista un garabato hecho con rabia, un borrón vaya, con un centro espeso que refleja la repetición hasta la saciedad de caminos, desde los que trazamos dentro de nuestra propia casa, al trabajo, al parque, al súper, al cine, al bar, al centro, al barrio...progresivamente aparecen unas pocas separaciones que se destacan, pueden ser viajes de fin de semana o vacaciones...
Repetimos los mismos caminos, compramos en los mismos sitios, etc. Incluso en un área tan limitada, la posibilidad de romper y transformar la mirada sobre las cosas debería ser un acto de voluntad individual aconsejable.

Hubiese querido ilustrar este post con un cuadro de Jean Dubuffet, “Le Voyageur égaré” (El viajero extraviado). Este pintor es conocido como creador del Art Brut (arte bruto); su obra se inspira en principio con los dibujos realizados por esquizofrénicos y niños, con lo que sus cuadros son de apariencia tosca, sin pulir, casi garabatos a menudo.
Tengo una reproducción de dicho cuadro en un póster utilizado para el anuncio de una exposición sobre arquitectura urbana, “Habitar la ciudad”, que se hizo hace unas décadas ya y cuya temática trataba sobre las previsiones de organización de los espacios en la ciudades para que fuesen más habitables. Ese póster es la raíz de este post y me hubiese gustado, como digo, tenerlo a mano, pero por desgracia esta enrollado y guardado en algún cajón en mi domicilio familiar, a unos miles de kilómetros de donde vivo ahora y no encontré por ningún lado, entre las decenas de cuadros de Dubuffet que he visto en Internet, el dichoso Viajero extraviado, por eso aparece “El tiritador” que plasma un estilo de pintura muy similar y también es de Dubuffet y además creo que viane al pelo, como ahora explico.
Hemos tendido a ver nuestra existencia como algo continuo, unitario. Pero bien puede tratarse de otra cosa (la concepción del tiempo tiene un componente subjetivo importante), emocionalmente sentimos periodos intensos y otros que pueden calificarse de anodimos. Si procuramos los segundos intervalos se reduzcan, lo que conseguimos es crear situaciones vivas, emergentes, no una réplica de lo ya sentido una y otra vez, algo nuevo surge. Así podemos llegar a calificar nuestro tiempo en términos más afectivos, por lo que nuestro mayor interés debería ser conseguir que las situaciones en las que se desenvuelve la vida sean algo único e irrepetible. Esto puede suponer renunciar a la existencia como algo continuo en realidad, ya que las situaciones terminan, nos sentimos solos, en un nivel de comprensión de la realidad que no logramos compartir. Sin embargo, cuando se crean situaciones y la complicidad enreda personas, hay tantas emociones sutiles, efímeras y tan intensas a la vez, como crestas de olas...
El mensaje central de los Situacionistas es que el hombre actual no es un actor sino un mero espectador. En su rol pasivo acepta el sistema social y, en la práctica, reproduce la cultura que lo agobia y se caracteriza por el trabajo rutinario, el desperdicio del tiempo libre, la manipulación de los medios, el arte excluyente y burocrático, la cultura estereotipada, los ritos empobrecedores, el conformismo y el aburrimiento”.
Los Situacionistas fueron juzgados como anarquistas, irreverentes, críticos furiosos tanto del capitalismo como del comunismo, revoltosos, depravados y radicales tanto por la derecha como por la izquierda. Estos Situacionistas se asocian con escritores tremendos...Lautréamont, el Marqués de Sade y Nietszche”.
(Dr. Bernardo González Aréchiga R. W., Citado textual de su artículo “Creando situaciones sin retorno: algún día todos seremos artistas, todos seremos situacionistas”),

En fin, como conclusión, “darse un garbeo”, “darse un rule”, “pegarse un voltio”, “dar un paseo”… pueden tener mucha más miga de la que creemos y andar “a la deriva” puede ser una actividad apasionante si enfocamos adecuadamente nuestra percepción. Las situaciones surgen a cada paso, sólo que tenemos que decidir cuál es nuestro papel en ellas.
Y si nos decidimos a ser creadores de situaciones nuestras vidas pueden ser mucho más ricas, sin duda; este concepto me ha interesado mucho antes de conocer la perspectiva situacionista y soy especialmente consciente del mismo cuando estoy con personas que me atraen, que movilizan algo dentro de mí, entonces me siento en la necesidad de no ser algo pasivo, sino actor principal de mi vida, haciendo surgir algo muy parecido a un escenario mágico en el que te desnudas de los miedos y eres acción.
Debo agradecer a I. A. (terapeuta familiar) que me hablase de los situacionistas en un corto trayecto en coche tras un curso suyo al que asistí, pues veo con cierto pasmo cuántas de esas ideas me son familiares sin conocerlos hasta hace un par de años, creo que las palabras concluyentes de sus ideas pueden ser: “Nunca te aburras” y “El aburrimiento es contrarrevolucionario”. Y es que algo que me enerva es que alguien me diga que se aburre o peor aún, que me pregunte si me aburro, he perdido la capacidad de aburrimiento y sinceramente, si llego a sentirlo…le pongo remedio YA, seguro que algo se me ocurrirá.

La frase situacionista “Reduce la vida a una simple elección: revolución o suicidio” cobra tintes trágicos y proféticos, pues Guy Debord se suicidó el 30 de noviembre de 1994, pero sin duda fue alguien que decidió vivir intensamente e hizo de su despedida una creación de una de sus situaciones sin retorno, al final ganó su revolución.

viernes, 1 de agosto de 2008

De pronto estallan dentro instantes raros de otro tiempo


Hace un año que R. decidió irse, no aguantó más su realidad o la realidad de los demás. No la conocí lo suficiente, apenas nos besamos una noche y hablamos un par de veces, la última vez la vi mal pero no imaginé que pudiese hacerlo. Algo en ella despertaba en mí una sensación ya familiar. Ella ha sido una más que ha decidido irse y ni siquiera ha sido la persona más cercana. Pienso en las veces que yo también he maquinado irme y recuerdo las palabras de Aleister Crowley (no soy seguidor de sus ideas, algunas de las cuales me parecen aberrantes, pero sí me interesó ese personaje), referidas a los derechos del hombre; el primero dice:

“Man has the right to live by his own law:
to live in the way that he wills to do,
to work as he will, to play as he will,
to rest as he will,
to die when and how he will.”

Eso impactó en mi mente adolescente, esa última frase afirmando que cada persona tiene el derecho a morir cuándo y como quiera. La hice mía, me parecía correcta y acertada. Si no elegimos cuándo venir al menos decidir cuándo y cómo irse. Creo en ese derecho, no exactamente como se cree a nivel oriental, el código del honor y demás, sólo creo en el derecho a irse, sin más.
Lo que no evita que cuando alguien conocido lo ha hecho me pregunte una y otra vez por qué lo hizo y si pude hacer algo para cambiar el final.
Porque también abrazo (y con más ganas) el cinismo de Nietzsche cuando dice: “el suicidio es sólo una idea que ayuda a pasar más de una mala noche de insomnio”.
Por mi parte, aún tengo demasiada curiosidad como para finalizar.
Pero los que se han ido, como ella hizo hace un año, me devuelven a mi primera experiencia con la idea de suicidio, una historia que no recordé sino muchos años después, uno más de esos trucos que nos hace nuestro cerebro, escamoteando cosas del pasado y haciendo que aparezcan en los momentos más insospechados.
Cuando recordé lo que me pasó a los 9 años yo ya tenía veintitantos. Toda la escena se volvió a desarrollar como en una película en la que intervenía yo:

La fiesta del pueblo estaba en marcha, como cada junio, la era se iba llenando de las casetas de los feriantes y la chiquillería se reunía expectante, jugando y ayudando a los “quintos”. Allí estábamos un montón de críos, cuando alguien gritó desde lo lejos: “una culebra” y todos corrimos a ver al “terrible” animal. Se inició una cacería que comenzó a desagradarme y que terminó con el pobre bicho clavado en un poste en el centro de la era, abierta en canal (llevaba un montón de culebritas dentro) así que me fui de allí solo, asqueado por ese tipo de comportamiento “humano”, quería buscar más culebras para poder verlas vivas. Mientras caminaba me topé con una “gitanilla” (en realidad no lo era, pero en mi mente, ya que no guardo su nombre, la recuerdo así) de unos 13 años, que iba cargada con un enorme balde de ropa hacia el reguero. Me pidió ayuda y tomé una de las asas del barreño y continuamos caminando juntos hasta el lugar en que un rato antes apareció, para su mala suerte, el ofidio.
Recuerdo que me pareció preciosa. Era la primera vez que hablaba con una chica desconocida y me sentí bien. Sin embargo, las palabras que oí no eran agradables, hablaban del abandono de sus padres, de los malos tratos de sus tíos con los que vivía, del cansancio de deambular de un pueblo a otro sin poder ir al colegio, de las pesadas tareas de cada día, de las ganas de huir o desaparecer. Mientras enjuagaba la ropa en el agua reparé en sus muñecas vendadas y le pregunté al respecto, “Quise matarme”, espetó. Para mí eso era imposible de asimilar, no tenía ese concepto, no podía creerla. Uno no podía decidir eso, uno no podía matarse así…¿Quieres verlo?, me dijo. Sí, respondí. Ella me pidió que desatara sus vendajes y los desenrollé muy despacio, hasta que quedaron al aire las cicatrices y los puntos de sutura, tan recientes que aún sugerí que parecía pintado, mi cerebro no era capaz de procesar aquello como heridas y quería creer que lo había hecho con un rotulador, tan vivo y escarlata era el color. Las puso muy cerca de mis ojos, enfadada por mi incredulidad, que sólo era ignorancia y no pude ya engañarme, eran heridas verdaderas. Algo se rompió dentro de mí, algo cambió irremediablemente (mi mente infantil se hizo cargo de archivarlo fuera de lo consciente durante años). Si una muchacha como ella había querido irse, la vida se me volvía demasiado estrecha. Quise marcharme con ella, acompañarla en sus viajes y protegerla de su tío, pero me decía que él no dejaría que yo fuera con ellos; entonces mejor fugarnos juntos, le propuse, lejos de este pueblo, de tu familia, de toda esa gente odiosa y miserable, pero me devolvió a la realidad diciendo que yo sólo era un niño, que nos encontrarían, que no podríamos sobrevivir los dos solos en este mundo.
Prometí volver a verla esos días festivos, pero ya no pude, desapareció de la vista, sólo vi a su tío en la caseta de feria, una de esas de tiro con escopeta de aire comprimido. Le miré con odio, hasta le llegué a preguntar por ella, pero no me hizo el menor caso. Incluso tuve problemas con mi propia familia por estar allí pegado para ver si aparecía.
¿Por qué esta historia desapareció de mi mente y volvió décadas después con tanta intensidad? ¿Por qué pienso que ese suceso ha marcado mi relación con las mujeres? Tal vez sea de nuevo un juego malabar del cerebro, pero parezco tener un detector del malestar emocional y en vez de salir corriendo quiero quemarme a través de su dolor, necesito hacer algo para poder aliviar, salvar, devolver la salud, quiero sobre todo evitar lo peor, el acto final irremediable, lo que no quita para que a veces quiera eso mismo para mí. Así, mis experiencias más intensas han sido con mujeres que han arañado el otro lado en algún momento de su vida y así parece seguir siendo desde que tenía 9 años. No me interesa el morbo, no es eso, me interesa la intensidad y sólo parezco encontrarla en personas que han sido capaces de querer terminar y desaparecer, porque también suelen ser las personas con más ganas de vivir y de hacer cambios en este mundo tan lleno de miserias.
Ojalá esas personas encuentren el camino adecuado, la alternativa que aún sin darles la felicidad les permita seguir existiendo, mantener un ápice de curiosidad por el día de mañana, porque mañana todo será diferente, si somos capaces de “ver” como dice M. Proust: “El verdadero descubrimiento no es ver nuevos mundos, sino cambiar la mirada”.

lunes, 28 de julio de 2008

Hay días que sólo explotar


Hay días, los lunes son más propensos a ello,
en que sólo apetece estallar de una vez y se acabó.
Eso sí, como a uno le quedan ciertos principios,
si hay que explotar, que sea con estilo y sin salpicar,
por eso digo bien alto con Ivá, es decir, con Makinavaja:
"En este mundo podrío y sin ética, a las almas sensibles
sólo nos queda la estética".
Y ahí va mi estallido de hoy, para que quede constancia.
Mañana será otro día.

sábado, 19 de julio de 2008

Descifrando el apego



El Apego es el vínculo afectivo que se crea entre el/la niño/a y las figuras de referencia inmediatas (padres, hermanos, abuelos…); en general, el vínculo más intenso será con los padres, pues el apego se inicia con las figuras cuidadoras y éstas suelen ser los padres; culturalmente, hoy en día, el mercado laboral crea un panorama en el que la dedicación en cantidad y calidad de tiempo tiende a distribuirse entre diferentes miembros de la familia y cuidadores/as profesionales o guarderías, lo cual no es malo en sí, pero puede generar una débil creación de vinculación adecuada con los progenitores y una distribución de vínculos entre varias personas que puede generar confusión afectiva, pero que desde un punto de vista positivo puede contribuir a mejorar la socialización (Félix López).

El apego se sostiene en dos aspectos básicos: disponibilidad e incondicionalidad. Un apego adecuado se basa en la proximidad y accesibilidad de la figura de referencia, por un lado y por el sentimiento de que tal figura no fallará cuando se la necesite, por el otro.
Cuando estas dos condiciones se debilitan, el vínculo comienza a estropearse hasta llegar a ser irremediable.

Nótese que hasta este momento hago alusión al Apego inicial que surge desde el nacimiento. Más adelante se hará referencia a cómo el tipo de apego delimitará una línea de posibilidades de construcción de relaciones adultas (de amistad y de pareja, especialmente).

En el primer año de vida, el recién nacido, presuponiendo un desarrollo “normal”, pasa por varios momentos, que respecto a lo que al apego se refiere, se pueden sintetizar diciendo que al principio hay una búsqueda de rostros y figuras humanas (voz, tacto, movimiento, temperatura, etc. que resultan atrayentes y reclaman su atención); en un segundo momento se inicia la discriminación entre unas figuras y otras, mostrando preferencia por las más cercanas, sus cuidadores habituales, en especial la madre. En un tercer momento, además de discriminar unas figuras conocidas de otras extrañas, surgen sentimientos de recelo, cautela e incluso rechazo al desconocido (en torno al octavo mes). En el segundo año el apego se consolida (enriquecido por todas las posibilidades que va construyendo el infante, como una mayor movilidad exploratoria, acceso al lenguaje, etc.).

¿Qué puede suceder para que no se forme un apego adecuado y seguro?

Muchas cosas, por supuesto, pues aunque los padres sientan “amor” por el bebé pueden cometer unos cuantos errores educativos que irán pasando factura, al ir acumulándose como en un efecto “bola de nieve”.

Las posibilidades del Apego (Bowlby):

Como se mencionó antes, dos condiciones básicas, disponibilidad en el tiempo e incondicionalidad, bastan por sí solas para describir la gama de posibilidades de desarrollo del apego. A lo largo de los primeros meses y acotando hacia los dos años (siempre habrá casos y es necesario citar la capacidad de resiliencia del ser humano) ya se ha encauzado un tipo de apego u otro:

Cuantos más fallos haya en alguno de ambos aspectos, peor tipo de vinculación afectiva podrá crearse, lo que repercutirá en toda la vida futura. Las posibilidades de tal construcción se materializan a través de la interacción con las figuras de apego mediante la calidad de la relación. Existe un estudio muy citado de Ainsworth (discípula de Bowlby), a través de una situación experimental con niños menores de 2 años, observando sus reacciones ante la separación de la madre (ésta sale de la sala y deja al niño solo), la entrada en la sala de un extraño y el regreso de la madre.

Las conclusiones configuran un panorama con varios tipos de apego:

Apego Seguro:

Los niños con este tipo de apego sienten ansiedad ante la separación (lloran) y ante el extraño, buscan de manera inmediata el contacto con la madre cuando ésta regresa. Reducen el llanto cuando vuelve la madre. Esto se debe a que las experiencias que han tenido han sido adecuadas, con calidad, existiendo contacto físico afectivo ajustado desde los primeros meses de vida. Sus madres han estado atentas y cuando el bebé llora lo cogen y atienden, ajustando la relación a sus necesidades

Apego evitativo:

Los niños no muestran angustia o enfado cuando la madre se aleja y sale de la sala. Pueden mostrarlo cuando ya están solos. No reaccionan de una manera diferente ante un extraño o su madre. Sin llegar a oponer resistencia o rechazar el contacto con la madre, tampoco reaccionan en sincronía, sino que se quedan inexpresivos y no reaccionan con alegría, no hay apenas una iniciativa de búsqueda de contacto físico con la madre. Sin duda, estos niños han pasado por experiencias en las que la madre no ha reforzado de manera adecuada la vinculación, posiblemente no han atendido sus llamadas ni llantos.

Apego ambivalente:

Mientras la madre está con ellos, buscan el contacto con insistencia y hay bastante consonancia, pero al dejarlos solos pueden llorar o no. Al regreso de la madre manifiestan rechazo, enfado, indiferencia o hacen cosas como esconderse de ella o pegarla. Suelen seguir llorando aunque la madre inicie contacto físico y ésta se manifiesta incapaz de calmarlos. Posiblemente ha existido un patrón poco consistente en la relación con el bebé, estando pendiente unas ocasiones, pero siendo indiferente y actuando con dejadez en otras, lo que suelen ser intentos educativos fallidos y poco coherentes para generar, puede que con buenas intenciones, hábitos adecuados en su hijo/a; sin embargo, lo que va aprendiendo el menor es a tener desconfianza y rechazo, así como una dependencia y contacto ansioso cuando la madre se halla presente.

Apego desorganizado:

En el experimento, cuando la madre entra en la sala, los bebés pueden reaccionar de formas muy diferentes (por supuesto, esta situación experimental se repitió varias veces con cada madre-hijo, en diferentes días para observar la consistencia de la relación). La mayor parte no establece contacto visual con la madre cuando ésta les toma en brazos, manteniendo una expresión expectante, atónita o indiferente. La inseguridad y desorganización del vínculo se muestra porque pueden llorar de pronto, tras haberse calmado, o se comportan de manera fría y distante ante los intentos afectivos de la madre.

Las conclusiones parecen claras. Se da un apego seguro ante comportamientos maternos consistentes en el tiempo, existiendo contacto físico y visual, con juegos diádicos ajustados, interacción variada en diferentes situaciones, interacción “auténtica” en el día a día de las rutinas (aseo, alimentación, sueño, etc.), siempre afectiva.
El apego inseguro (evitativo, ambivalente o desorganizado) se manifiesta cuando las madres no han tenido un contacto físico adecuado con su hijo, siendo más en función apetencias propias que por las demandas del bebé o ha existido ausencia de contacto físico; ante las rutinas diarias estas madres se comportan de manera maquinal, sin expresión afectiva, sin contacto visual ni juegos interactivos diádicos con su hijo/a. Suelen existir conflictos intrafamiliares y personales, ansiedad e insensibilidad materna. Es frecuente que tales madres hayan tenido una historia de apego no adecuada que transmiten generacionalmente. Lo dicho, centrado en la figura materna, por ser la de mayor relevancia para el bebé, sobre todo en los primeros meses, es igual de aplicable al padre u otras figuras de referencia cuidadoras.

¿Cómo influye todo esto en nuestra vida como adultos?
¿Por qué es malo el apego?
Amar no es apegarse a otro (la relaciones de pareja sanas)

Citando a Daniel Goleman, él menciona tras aspectos básicos, tres sistemas, que modulan el entramado de las relaciones de pareja, el amor.
Son: apego, cuidado y sexo. Respecto a este último, una relación amorosa tiene un componente sexual claro, sin el cual no tiene mucho sentido (respetando la platonicidad, claro), pero una sexualidad sana es bastante importante para que la pareja funcione (no es el tema ahora). Lo que queda claro es que sin atracción ni deseo por el otro,no habrá mucho futuro para esa pareja.
Además, en una relación de pareja surge la idea guía de cuidado del otro (queremos que se sienta bien, queremos protegerlo, cuidamos en lo posible del otro). Sin este componente, se hablaía más bien de una relación egoísta, insustancial o puramente sexual.
Por fin, el tipo de apego que hemos “mamado” se pone en juego ante la posibilidad de tener una relación de pareja.
Visto lo anterior, quien parte de un apego u otro juega con cartas muy diferentes. Sintetizando lo dicho referido a los tipos de apego,

¿qué adulto seremos en función de uno u otro?:

Estilos de apego y vida adulta:

Estilo Seguro: personas con una visión positiva de los otros y de sí mismos, bien desarrollada la asertividad, seguros de sí mismos, capaces de hablar se sus sentimientos. No quiere decir que sean perfectos, pero en las relaciones con los otros saben modular el contacto y no generan dependencia emocional.

Estilo Inseguro: ya sea evitativo, ambivalente o desorganizado, estas personas muestran ansiedad ante las relaciones, que resuelven de diferentes maneras, pasan por periodos de dependencia emocional obsesiva con algún “otro” que sea objeto de su amor. Pueden embarcarse en historias frustrantes y son especialistas en enamorarse de quienes no deben; se muestran incapaces de sentir amor y dejarse llevar, debido a la desconfianza. Suelen tener una visión negativa de los otros, problemas de baja autoestima y una visión negativa de sí mismos.
Este tipo de persona es la que hace que tengamos que decir que el Apego es algo negativo, que genera dependencia emocional (es aconsejable un vistazo a Walter Riso, por ejemplo: “¿Amar o depender?”), donde se pueden leer cosas como:
“…el desapego no es desamor, sino una manera sana de relacionarse cuyas premisas son: independencia, no posesividad y no adicción…la persona no apegada es capaz de controlar sus temores al abandono, no considera que deba destruir la propia identidad en nombre del amor, pero tampoco promociona el egoísmo y la deshonestidad…declararse afectivamente libre es promover afecto sin opresión, es distanciarse en lo perjudicial y hacer contacto en la ternura…romper con la adicción a su pareja no es…fomentar la frialdad afectiva…(quienes se “apegan al desapego” no son libres sino “esquizoides”). No podemos vivir sin afecto…pero podemos amar sin esclavizarnos. Una cosa es defender el lazo afectivo y otra muy distinta ahorcarse con él. El desapego no es más que una elección que dice a gritos: el amor es ausencia de miedo”.

En fin, saber todo esto no evita que nos sintamos y actuemos de maneras irracionales, pero partiendo del tipo de apego recibido en la infancia podemos hacernos conscientes de las relaciones que hemos ido estableciendo con los otros y qué parejas hemos tenido/tenemos o ya no tenemos ni queremos.
Y es bien diferente hablar de las necesarias condiciones de disponibilidad e incondicionalidad de un bebé para con su figura de apego a una relación de pareja como adultos, donde pedir esas condiciones sería bastante angustioso para el otro y frustrante para uno mismo.
Un tema interesante sería también el de considerar los diferentes tipos de pareja que pueden darse y cómo hay situaciones de parejas que, si para uno serían insoportables, para otro son su esencia. Lo digo por relaciones entre personas con apegos seguros/inseguros, en sus distintos grados, imaginando por ejemplo, qué pasaría entre diferentes combinaciones:
Seguro-Evitativo, Seguro-Ambivalente, Seguro-Desorganizado, Seguro-Seguro
Ambivalente-Evitativo, Ambivalente-Desorganizado, Ambivalente-Ambivalente
Evitativo-Desorganizado, Evitativo-Evitativo
Desorganizado-Desorganizado
Hay algunas de tales parejas que se darían muy raramente o durarían muy poco, otras pueden generar sistemas enfermos pasionales que salten en las noticias. Unas pocas combinaciones pueden sostenerse y alguna puede considerarse sana.
Si somos capaces de conocernos un poco y saber de dónde venimos, posiblemente podamos generar los cambios necesarios para no embarcarnos en viajes al infierno, en los que metemos a personas que, además, nunca quisieron embarcarse. Y si somos capaces de avanzar un poquito más, puede que un día consigamos por fin viajar con compañeros/as a los que les hagamos sentirse libres para amar sin miedos, como nosotros mismos nos sentimos.
Ese es mi deseo para tod@s

viernes, 11 de julio de 2008

LA MUERTE DEL YO

El problema del Yo radica en su inexistencia.

El individuo fue un invento del capitalismo, que a su vez fue originado por el protestantismo (tesis que mantiene Max Weber por primera vez en su libro “Die Protestantische Ethic und der Gëist des Capitalismus”,1905), (La ética protestante y el espíritu del capitalismo).
Antes del siglo XVI la idea de acumular riqueza no estaba extendida, pues no existía tampoco una clase burguesa propiamente dicha.
Así ya podemos ir acercándonos al origen del Yo, del individuo, la persona.
Se trata de un invento de las clases adineradas que siguen el principio de acumular riqueza, promovido por las ideas protestantes de austeridad y ahorro, lo que trae consigo el tiempo suficiente para pensar en uno mismo, como individuo. Las ideas protestantes se extendieron y tras el Concilio de Trento hasta hoy día bien podemos decir que parece que han prevalecido con suficiencia.

Realmente, si lo pensamos un poco, da la impresión de que somos alguien especial, único y esas cosas que se dicen, para sostener la propia autoestima, (un ejercicio de autoengaño, claro), porque hemos nacido bajo el esquema capitalista y resulta muy difícil salirse de la rueda.

Erich Frömm incide en el mismo tema que Max Weber, señalando la época renacentista como el origen del individuo, el periodo de la Reforma, calvinismo y luteranismo, emergencia de la clase burguesa y del capitalismo; así lo podemos leer en su libro “Escape from Freedom”, 1941, es decir, “Die Furcht vor der Freiheit” o “El miedo a la libertad”.

Nace así el individuo, la libertad individual. Pero es una mera apariencia, ya que como Frömm señala, al niño se le educa para convertirse en una pieza más del mecanismo consumista capitalista. Realmente no nacemos con el afán de atesorar cosas y de poseer bienes materiales. La idea del éxito personal se ha enraizado en la del éxito económico y ahí se termina todo. La tesis de E. Fromm señala la creciente debilidad del Individuo al verse inducido en su proceso de aprendizaje a simular estados emocionales que no le son propios, a sentir de una manera que no es muy humana (eso da lugar al comportamiento aborregado imperante). Puesto que aunque nos consideramos únicos no ansiamos nada diferente al que tenemos al lado, ni siquiera pensamos algo diferente (aquí abro pestaña para citar a Herbert Marcusse y su "Hombre Unidimensional")

Así, realmente se ha ido debilitando el Yo, algo que ni siquiera existía, que fue inventado por el capitalismo y que será destruido también por el propio capitalismo, dando lugar a la desaparición del sistema capitalista propiamente dicho. Y que no se confunda esto con la posibilidad de algo parecido al Comunismo (cualquier totalitarismo me es ajeno...si se me tiene que tachar de algo que sea de anarquista en todo caso)

Lo que nos jugamos es bien sencillo:

Estamos abocados a decidir si queremos seguir siendo individuos y perecer bajo el yugo capitalista (desbaratando el planeta) o comunicarnos como especie, recuperando el sentido de estar en el mundo, pero dejando de ser un Yo individual. Y lo mejor de todo esto, para rizar el rizo de la locura humana es que será una creación de la maquinaria consumista la que generará la posibilidad de que tal cosa sea posible (la nanotecnología es un hecho ya)…la posibilidad de estar plenamente conectados con los otros (implantes desde el nacimiento), un mundo tan plagado de nuevas emociones que la idea del Yo se desvanece, apabullada por las conexiones con los otros, con nuestros amigos, conocidos, vecinos, la gente…algo que habíamos perdido de manera irremediable dada la insoslayable atención al Uno Mismo.
Individuo y Especie, qué palabras tan extremas, pero pregonar hoy en idea la muerte del Yo es un ejercicio similar al que ya inició Nietzsche al anunciar la muerte de Dios, joder, no me quedé corto con la comparación.
El caso es que la nueva crisis nos permite pensar en lo que queremos hacer con el mundo, con los otros y con nosotros mismos. Tendría que ser un ejercicio de reflexión sobre lo que gastamos y lo que acumulamos. Es una muestra clara que nos dice que cuando un individuo acumula demasiada riqueza siempre hay detrás una onda de individuos hacen lo mismo y otra enorme de aspirantes a poseer las mismas cosas. El concepto del Ahorro nos ha llevado a esto, porque quienes ahorran se vuelven avaros de sí mimos y siempre quieren más, así se construyen los grandes imperios empresariales y familiares. Sin embargo, siempre aparece algún Cisne Negro que nos da una bofetada de realidad.
Si se supera el capitalismo, cosa que ahora mismo tal vez parezca descabellada... ¡qué vendrá luego! La especie, si tenemos un cerebro tan grande es para poder sentirnos como humanos en conjunto…
¿Os imagináis poder sentir de manera empática lo que le pasa por el cerebro a un “individuo” que lleve viviendo años en un campo de refugiados en medio de la nada? Poder percibir el dolor de los que mueren a cada instante de formas violentas, de los asesinatos y violaciones, de la destrucción en vida de tantos seres humanos y al instante poder sentir también las fiestas, la diversión, la alegría pura humana entrando por cada poro… ¡qué contraste! Así se terminaría con toda esa mierda de las guerras y la riqueza, desde que fuésemos capaces de sentir en propia carne a la especie, no de una manera cognitiva, sino como una emoción.

¿En qué punto nos encontramos ahora?

La tecnología nos pone en bandeja la posibilidad de conectarnos con cualquiera en el mundo, de ver en directo cada tragedia humana; en breve podremos sentirla también; si aún así todo continuase igual el ser humano no tiene sentido alguno. La tecnología debería hacernos tomar conciencia de dónde estamos como especie y hacia dónde vamos…tal vez, por desgracia, hacia dónde no podemos dejar de ir. Veremos.
(En elaboración)

lunes, 2 de junio de 2008

Resquebrajando la realidad

Alguna filosofía de la ciencia ....

- Falsacionismo (Popper)

- Anarquismo Epistemológico (Feyerabend)

- Inconmensurabilidad (Khun y Feyerabend)

- Perspectivismo (Ortega y Gasset)

- Estancialismo: Metafísica del Estar


Algunas teorías que terminan con las teorías, ideas que me rondan y que se irán añadiendo, no son mis paradigmas, tal vez sólo ideas guía, pensamientos hechos teorías

(Estoy en ellos, espero añadir algunos más a la lista)

domingo, 25 de mayo de 2008

El tiempo debe detenerse



- Comentarios sobre el libro"El tiempo debe detenerse" (Aldous Huxley, 1945)

(Hablando el otro día sobre la fe o no, la vida y las posibilidades de un más allá y esas cosas, recordé un libro recomendable y que ya que vivimos una vez pues entraría en la lista de los textos a leer, sin duda).

Fragmento del libro:

"La Esclavitud del pensamiento a la vida es uno de nuestros temas favoritos. Bergson y los Pragmatistas, Adler y Freud, los muchachos del materialismo Dialéctico y del Objetivismo, todos enuncian sonoramente sus variaciones en torno a él. La mente no es sino instrumento para fabricar instrumentos, está controlada por fuerzas inconscientes ya sea sexuales o agresivas, es el producto de presiones económicas y sociales, un montón de reflejos condicionados, Todo absolutamente cierto hasta aquí; pero falso si no va más allá... El pensamiento es el esclavo de la vida. Esto es evidente. Pero si al mismo tiempo no fuese algo más, no podríamos hacer ni siquiera esta generalización parcialmente válida. El significado de la segunda cláusula es principalmente práctico. La vida es juguete del tiempo. Por el mero hecho de esfumarse, el tiempo convierte en un absurdo todo el planteamiento consciente de la vida. Y sin embargo, la única fe de una mayoría de europeos y de los americanos del siglo veinte es una fe en el futuro... por el cual están dispuestos a sacrificar su única posesión tangible; el Presente... pero... el tiempo debe detenerse... Solamente tomando en cuenta el hecho de la eternidad podremos liberar al pensamiento de la esclavitud de la vida. Y solamente entregando deliberadamente nuestra atención y nuestra fe a la eternidad podemos impedir que el tiempo convierta nuestras vidas en una bufonada diabólica."
"El tiempo debe detenerse"

Aldous Huxley

Aunque no lo tengo y puede hacer como más de dos décadas que lo pude leer, hay un elemento que recuerdo y que para mí encierra la esencia del libro, aunque puede tratarse de una idea que no aparece como tal en el texto (tendría que releerlo, algo aconsejable con los libros que nos marcaron de alguna manera) y es que la posibilidad de la muerte como tal, como instante, define un final del tiempo, pero ese final nos hace captar la eternidad, es decir, la ausencia del tiempo. Es decir, entre la vida y la nada percibimos la eternidad.

Sabiendo esto, nuestras vidas deberían cambiar un poquito y hacernos conscientes de la importancia del presente, no como un instante fugaz, sino como algo cargado de eternidad.

Acojona un tanto, pero da un subidón de cuidado para encarar la manera en que nos relacionamos con los otros, el mundo y nosotros mismos.

sábado, 24 de mayo de 2008

Los 5 problemas terapéuticos:

Desde el modelo MRI se consideran 5 problemas o "Denominadores Comunes" a las situaciones que traen a consulta las personas:

1.- Intento de forzar algo que sólo puede ocurrir de modo espontáneo:
Un ejemplo muy claro es el de quien hace esfuerzos por dormir, por relajarse,aplacar un sentimiento de amor, de rabia,...
2.- Intento de dominar un acontecimiento temido aplazándolo:
Es un comportamiento habitual en las fobias, la evitación.
3.- Intento de llegar a un acuerdo mediante oposición:
Se produce cuando alguien se vuelve autoritario y agresivo para conseguir algo de alguien (relaciones de pareja, educación de los hijos, mundo laboral...ofrecen ejemplos diversos).
4.- Intento de conseguir sumisión mediante la libre aceptación:
Viene a ser un intento pasivo-agresivo de afrontar relaciones por ejemplo, "lecturas de pensamiento", esperar que el otro sepa lo que queremos de él sin abrir la boca.
5.- Confirmar las sospechas del acusador a través de un intento de autodefensa:
Ante comportamientos paranoicos, por ejemplo, cualquier intento de justificación se convierte en lo contrario, una demostración de culpabilidad.

Estos 5 D.C. se consideran una clasificación de las Soluciones Intentadas Ineficaces (SII) que, por sí mismas, ya realizan las personas para enfrentarse a lo que les aqueja. Son intentos de solución fracasados. Según el modelo MRI (Mental Research Institut, de Palo Alto), estos intentos fallidos acaban siendo en realidad el verdadero problema y la intervención consistirá en modificar las "soluciones" que la persona ha estado poniendo en práctica.
D.C. 1: Es imposible controlar algo que sucede de manera espontánea. Cuanto más se intente dormir, más despierto estará uno, ya que el propio acto de "intentar" nos mantiene alerta. La prescripción que se hará a la persona será el denominado "Giro de 180º", es decir, hacer lo contrario de lo que se intenta hasta ese momento. Si la persona está pretendiendo esforzarse en dormir, pues la tarea contraria será... (no, no es dejar de esforzarse), será que haga el esfuerzo de mantenerse despierta. Quien teniendo sueño intenta dormir se desvela, pero si el intento es seguir manteniéndose despierto, pese al sueño, curiosamente, se acaba uno durmiendo antes de lo esperado.
(En elaboración)

viernes, 23 de mayo de 2008

Acerca de los Cisnes Negros




Apuntes sobre la lectura de
"El Cisne Negro"

El impacto de lo altamente improbable

(Nassim Nicholas Taleb)

Un CN (Cisne Negro) es un suceso
con tres atributos:

1.- RAREZA: habita fuera del reino de las expectativas normales, porque nada del pasado puede apuntar de forma convincente a su posibilidad.
2.- IMPACTO EXTREMO: la producción del CN se vive como algo tremendamente inhabitual, sorprendente, significativo, relevante...para nuestra vida personal y/o para los otros y el mundo.
3.- PREDICTIBILIDAD RETROSPECTIVA: la naturaleza humana hace que inventemos explicaciones de su existencia después del suceso, haciéndolo así explicable y predecible (la falacia narrativa).
Una pequeña cantidad de CNs explica casi todo lo relativo a nuestro mundo, desde el éxito de ideas y religiones hasta la dinámica de los acontecimientos históricos y de nuestra propia vida personal. Desde el Pleistoceno hasta hoy en día la probabilidad de ocurrencia de nuevos CNs ha ido en aumento, a medida que el mundo se hacía más complicado. La idea del CN se basa en la estructura de lo aleatorio en la realidad empírica (la incertidumbre).

La mente humana padece tres trastornos cuando entra en contacto con la historia,
lo que Taleb llama terceto de la opacidad:
a) La ilusión de comprender: pensar que sabemos lo que pasa en un mundo que es más complicado (aleatorio) de lo que creemos.
b) La distorsión retrospectiva: sólo podemos evaluar las cosas después de suceder (miramos como a un retrovisor), haciendo que nos parezcan mucho más claras y organizadas.
c) La valoración exagerada: ponemos demasiada credibilidad en la información factual derivada de las personas eruditas y autorizadas en la materia, quienes tienden a crear categorías (platonificar) para narrar de forma más sencilla y ajustada a sus propias teorías.
La escuela de los escépticos pirronianos plantea una forma de terapia intelectual resultante de la suspención de las creencias: Dudar de las consecuencias de un suceso (sea en apariencia positivo o adverso) y seguir imperturbables. (Escuela empírica).
La ceguera ante el CN genera una serie de problemas que nos afectan a todos:
1.- El error de la confirmación: nos centramos en segmentos preseleccionados de lo visto y de ahí generalizamos a lo no visto.
2.- La falacia narrativa: nos engañamos con historias que sacian nuestra sed platónica de modelos distintos.
3.- No programados para los CNs: nuestra naturaleza no está preparada para los CNs.
4.- Distorsión de las pruebas silenciosas: lo que vemos no es todo lo que existe. La historia nos oculta el CN y da una falsa probabilidad se su ocurrencia.
5.- Tunelación: unas pocas fuentes de incertidumbre bien definidas nos bastan, de modo que no consideramos aquellos CNs que no nos vienen a la mente con facilidad.
En realidad todas son el mismo tema


viernes, 16 de mayo de 2008

¿Nos comunicamos?

No importa tanto lo que nos cuentan como la interpretación que hacemos de lo que creemos entender. Sabiendo esto, buscamos estrategias para decir las cosas a los otros de modo que nos alejamos de lo que diríamos a priori ya que calibramos posibles efectos deseados e indeseados en el mensaje.
Así, transmitimos una información distorsionada que importa todavía menos ya, pues lo que nos interesa es que se capte o no la intención con la que lo decimos o no….de modo que al otro le llega una cosa que puede ser considerada de rango propensivo, ya que parte de unas posibilidades hacia otras posibilidades desconocidas pero probables. Entonces, la confirmación o no de haber conseguido comunicar o no lo que queríamos nos permite seguir o modificar nuestro nivel de comunicación con el otro.
Pero lo que obtenemos en el proceso y lo que el otro consigue son cosas no necesariamente iguales, ni está claro que haya verdadera comprensión mutua, sino por la confirmación de la expectativas propias que uno mismo generó, nada más. ¿Podemos llamar a eso comunicación?

lunes, 4 de febrero de 2008

Marea baja

Cuando la marea baja
quedan restos de naufragios,
el mar en la arena deja
historias hechas pedazos
que se topan nuestros pasos.
Con los trozos tropezados
vamos trabando retazos
que dan forma a un relato
al que llamamos pasado.
Muy animados marchamos,
tornando acompañados.
Mas ya subió la marea,
se perdieron los fragmentos
que remendaban los cuentos;
nos miramos en silencio
sin saber ya qué idear.
¡Ojalá aún se pudiera
no ver solos bajar la mar!

lunes, 21 de enero de 2008

Manifiesto

La pregunta es:

¿Cuándo dejó de existir la realidad para ti? ¿Para todos y cada uno de nosotros?

Pero esta es de nuevo una cuestión que surge de algo que ya son respuestas ((Presente extendido)), o quizá le llamamos mejor RECUERDOS, que son >ahora< parte decisiva de nuestro presente.
Esa sí que resulta una buena cuestión, así que continuamente “padecemos” el riesgo de que algo que consideramos nuestro presente se desestabilice y devenga en un futuro incierto como nos confirman nuestros recuerdos ahora.
Y ya estamos pillados.
Aquí los valientes eligen ser (ejerciendo una mayor presión sobre su sistema), los protagonistas de su profecía autocumplida (AE) o se hacen hiperconscientes (Metacognición) de la REALIDAD…
Pero sabiendo esto, siendo conscientes, pensándolo, hemos perdido ya la realidad, es decir,

¿podremos aún disfrutar de los chispazos del instante?

¿O acabaremos por creer a Masaru Emoto?

¿Elegiremos la explicación cuántica?

¿Podremos ya elegir, entonces?

Bueno, los chinos lo dijeron ya,

El carácter de una persona es su destino

¿Y qué nos queda como pobres humanos, pero siempre “casidioses” (semidioses), sino nuestro carácter?

¿Y no es esa nuestra manera personal de ver el mundo que nos rodea?

¿Nuestra percepción primera de la realidad?

¿Será el carácter un instinto de supervivencia?

¿Otra triste manera más de engañar a los demás y hacerles creer que podemos ser un trocito de sus cielos?

El objetivo y la meta pueden ser la búsqueda de la felicidad, pero para mi parecen seguir siendo no hacer padecer a nadie más mis infiernos personales, con eso me conformo, no aspiro aún a cambiar el mundo…si nuestra tarea más valorada fuese no hacer más que esto ya estaremos en el buen camino de rentabilizar la pasta que se dejaron nuestros padres para que estudiásemos.

D E J A F L U I R

Manual de Antiayuda 1

MANUAL DE ANTIAYUDA (lectura con elevado riesgo de generar ideas suicidas)

Este manual va destinado a todos aquellos que se sienten estupendamente, a los que la vida parece sonreír a cada paso, a los triunfadores y grandes líderes, a los que manejan los hilos de su existencia con mano segura, a los que se han hecho a sí mismos, a los modelos de virtud, a los que no conocen la desdicha, a los felices, a quienes todo bien les viene dado.
“Cuando disparas una bala ya no hay posibilidad de volver atrás. El proyectil chocará con lo primero que se ponga delante o alcanzará el objetivo señalado. Nuestras vidas son como disparos azarosos a los que pugnamos por dotar de sentido. No somos capaces de soportar la posibilidad de la trayectoria y cuando reconocemos que tal cosa sucede tendemos a enloquecer”.
La metáfora resonaba en mi cerebro una y otra vez. Me imaginaba materializado en un misil de prueba lanzado en mitad de un desierto ignorado, trazando un camino parabólico hacia su destrucción. Silbando en el aire sin ser visto ni escuchado por nadie, comenzando a caer por mi propio peso hasta topar con la superficie arenosa, donde por fin me desintegraba. Luego, los datos serían analizados, pero si mi naturaleza fue la de misil eso qué me importaba ya.
Todo estado emocional agradable es consecuencia de la falta de información. Al no tener pensamientos, las emociones se abren paso, pero en cuanto nos reconocemos felices es porque las sustancias químicas han hecho ya su efecto. Con seguridad estaremos cerca de otra caída. Al mirarnos en el espejo reconoceremos la patética imagen de lo que somos en realidad y podremos hundirnos en nuestras miserias por otro lapso de tiempo. Algunos tratan de ocultar esto y lanzan continuos mensajes semiautomáticos de positividad. Los que consiguen autoengañarse se menean por el mundo como reyes. Yo sólo veo humanos que caminan enfangados en la desesperación.
Las religiones y los sistemas políticos son los espejismos preferidos por los que no son capaces de mirar de frente a la nada. Son el refugio predilecto de los indeseables. A todos los que se sienten en la gloria quiero decirles que no son más que mierda humana deteriorándose.
Ejercicios de antiayuda:
Estas prácticas van destinada a esos que han subido tantos peldaños del autoengaño que ya no son capaces de retomar el equilibrio de la naturaleza. Se sienten tan pletóricos y poderosos que no son capaces de sentirse mal, de deprimirse, de llorar y lamentarse. Han sido tan bien tratados por el mundo que su alegría enferma a todo aquel que sea medianamente consciente de las cosas.
Síntomas que muestran la necesidad de antiayuda:
+ Sentir que las cosas no van mal y el mundo va mejorando poco a poco.
+ Tener mucha seguridad en sí mismo
+ Tener una enorme claridad de ideas sobre la realidad de las cosas, estar muy bien informado.
+ Saber distinguir perfectamente entre el bien y el mal; por supuesto, creer que uno está del lado del bien en cada momento, con una moral inviolable.


¿Qué es antiayuda? De todos es conocido el concepto de autoayuda que ha llenado miles de páginas de una ingenuidad pasmosa. Al menos eso creo por los comentarios que al respecto escuché. También alguna vez eché un vistazo a esos bodrios, pero las ganas de vomitar me impidieron leer más de un par de minutos. Bien, pues hablar de antiayuda es encaminarse al polo opuesto. En una hipotética línea tendríamos en un extremo el autoengaño y al otro lado la metacognición; por el primero se llega uno a creer que merece la pena estar vivo, por la otra se reconoce el instinto de supervivencia a pesar de todo y de todos.
Para muchos de nosotros es imposible lanzar mensajes autocompasivos del estilo: no estás mal, tú vales mucho, puedes conseguir lo que te propongas, emanas encanto, encandilas con tu presencia, etc., etc., hasta el vómito eterno. No, para unos cuantos de nosotros sólo hay un camino cierto, el del conocimiento, el de saberse mediocre, el de no sentirse atractivo, ni valiente, ni capaz de cualquier cosa, eso es ser incapaz de mentirse uno a sí mismo. Es poner las cosas en su sitio.
He visto cómo la gente se acicala mientras otro ser humano pierde las entrañas a su lado. Esa impasibilidad es el camino del autoengaño. Para mi la felicidad es basura de primera categoría en un mundo como el que habitamos. ¡Cuidado! Eso no quiere decir que haya que abandonar el humor; todo lo contrario. Actualmente sólo la risa merece la pena. Comenzar por reírse de uno mismo. Parece fácil, pero es una de las cosas más peliagudas que pretenderse pueda, más arduo que hacer una carrera en una universidad privada como Scabwise.

Bienvenidos al camino que transita del autoengaño a la metacognición. Es un viaje lleno de atajos aparentes que pueden conducirnos a encrucijadas y laberintos, traza espirales que retornan a los mismos temas una y otra vez, se puede uno creer que ya llegó para despertarse hundido en la miseria de nuevo, al mismo borde del punto del que partió. Así que si usted no se siente cómodo asentado sobre la eterna duda, no se le ocurra emprender la senda, porque una cosa es segura, aquí no hallará respuestas ni soluciones a su miserable vida, aquí sólo encontrará terrores a cada paso, abismos en los que caer, inseguridad continua y al final del viaje…una pequeña sorpresa.
¿Sobre qué valores asentamos nuestras vidas? Las respuestas para un individuo insertado socialmente serán algo parecido a: la moral, el bien común, la familia, la amistad, el trabajo, la responsabilidad, la fe, etc.
¿De verdad asentamos nuestras vidas sobre tales valores? O mejor aún, de verdad asentamos nuestra vida sobre valores? Desde mi punto de vista, los valores son ya una consecuencia muy masticada que justifica nuestras acciones, sobre todo nuestras peores acciones. Los valores son el residuo que tenemos preparado por si alguien nos pregunta, son parte de la mascarada en la que nos hallamos inmersos cada día. Son el producto de la educación recibida, el barniz que nos queda de la infancia. Así, el respeto a la vida no nos impide desear la muerte de alguien, las más de las veces de alguien a quien hemos amado. No nos resulta difícil engañarnos al respecto.
¿Asentamos la vida sobre ideales? Una persona puede querer la paz, la democracia, la felicidad, la pareja perfecta, el crecimiento personal…



ANTIAYUDA

¿Para qué sirve esto de la antiayuda?

En pocas palabras, es el camino del autoengaño a la metacognición. Es necesario recordar que no se trata de un juego de palabras y que se corre el riesgo de llegar a decidir el suicidio como solución.

¿Qué es el autoengaño?

Uno más de los “autos” psicológicos en los que se menea la ciencia de la mente (autoestima y autoconcepto, autoinstrucciones, autoreferencias, autonomía personal,).. Viene a ser el disolvente universal de la conciencia. Se basa en la capacidad de arrimar el ascua a nuestra sardina en las situaciones más peliagudas y críticas de nuestra vida, pero más a menudo en el día a día es un conjunto de pautas que nos damos a nosotros mismos sobre nuestra forma de ser y estar en el mundo, es decir, nuestra percepción de la existencia. Así, nos vemos como buenas personas, optimistas, con habilidades sociales, atractivos e inteligentes, porque si nos viésemos como ineptos, feos, idiotas, marginales, lo llevaríamos mucho peor. El AE es una estrategia de supervivencia del yo frente a los otros y el mundo. Al parecer, ciertas dosis son adecuadas para la salud mental. Hoy en día, las dosis necesarias para que algunos puedan mantener su salud mental son altamente destructivas para quienes les rodean. Además, el AE puede aparecer disfrazado de conocimiento de uno mismo (es decir, si alguien parece seguro de sí mismo, es fácil que su aparente metacognición no se más que AE elevado a una potencia desconocida). ¿Se puede diferenciar el AE de la MC? Podemos descifrar quién está en uno u otro bando? Y lo que parece peor aún, ¿podemos percatarnos de eso mismo en nosotros mismos?
¿Qué es la Metacognición?

El prefijo “meta” tiene sus milenios ya. La MC es el conocimiento sobre el conocimiento, es lo que sabemos sobre lo que realmente sabemos, es una vuelta de tuerca más. El AE parece bastante accesible a la mayoría con un cerebro que funcione dentro de la normalidad, pero la MC requiere un desarrollo de la abstracción considerable, además si no se anda con cuidado se corre el riesgo de confundir MC y AE, así que hay que tener cuidado con el maestro que todos llevamos dentro.

Hay personas íntegras, que parecen pasar por la vida con su esquema de valores enterito y se van un día con la sensación del trabajo bien hecho, y hay quienes han sido muy buenos, muy malos y han vivido en la confusión la mayor parte del tiempo vital. Si nos diesen a elegir, seguramente la mayoría elegiría ser como los primeros, pero si analizamos un poco más el tema, es para tener cuidado. Si pensamos que nos hallamos en un mundo justo y equitativo en el que hacer el bien se ve recompensado con bien…qué idea tan ingenua. La idea del bien absoluto es tan patética…se ha hecho tanto daño en nombre del bien. Es decir, todo el daño se ha hecho desde la defensa del BIEN, porque pocos han actuado desde el mal. Una Cruzada, un exterminio racial, una bomba atómica, son sucesos históricos realizados en pro del BIEN. Hoy parece ser que todas las guerras son santas, así que todas buscan el bien y actúan desde ahí. Nos asentamos sobre la comodidad del día a día sin torpedearnos con dudas, pues todos hacen lo mismo y la cosa se sostiene. Pero todo nuestro bienestar es falso, es una ilusión, no hay más felicidad, sino que se reduce la posibilidad de reflexión, pues los nuevos estímulos suplantan a los anteriores en una cadena sin fin. Un nuevo aparato electrónico nos tiene entretenidos durante varias semanas hasta que desciframos sus instrucciones. ¿Pero hay alguien que utilice todas las funciones de su móvil realmente? Somos los consumidores, los que anhelamos recibir nuevas noticias sobre cómo hacer más rápido las cosas, cómo tener más memoria en un reducido espacio, etc…no hay final de la historia, sólo una vida perdida sin verdaderos valores. Así que llegados a este punto, ¿no es mejor pensar en el retiro de la vorágine? ¿No es más lógico perderse en la nada del mundo, si asentarse, sin procrear, sin atesorar nada, sin dejar huellas? Eso estaría bien, pero no es tan fácil y el camino es muy duro.
Hay personas íntegras, es posible, pero yo buscaría la integridad en el niño que debe pasar el día rebuscando en el basurero de la ciudad, antes que por algún despacho de una mente lúcida y triunfadora.
El ejercicio máximo de autoengaño es que aunque una persona sea una réplica generacional en cuanto a intereses, pasiones y gustos, no por ello deja de sentirse un individuo único, es la magia de hacer las cosas por primera vez, por uno mismo. Si tengo un BMW, un adosado, tv de plasma, viajo a exóticos lugares, apadrino un niño, tengo montón de amigos, mi empresa va bien, voy al gimnasio con regularidad, tengo una colección de música y libros impresionante, etc, etc, en qué me distingo de la mayoría burguesa? Por qué me considero único. La respuesta es aparentemente sencilla, porque consigo las cosas que quiero y las disfruto. A esta persona sería difícil llevarle la contraria…decirle que no es que le gusten ese tipo de cosas porque sí, el problema es que no podrían gustarle otro tipo de cosas, porque coge lo que le puede ofrecer el dinero y el tiempo de su vida, lo que tiene a su alcance es su haz de expectativas…¿y si esta persona termina con su vida? ¿Y si toma la iniciativa y pega un salto mortal y se va a plantar patatas a la huerta del pueblo y se olvida de todo? Entonces tendría una esquizofrenia o algo peor.
Consideramos enfermo a quien acumula restos hallados en la basura hasta llenar su casa, decimos que tiene el síndrome de Diógenes, pero aún no he oído mencionar una sola vez que se considere un enfermo al que acumula miles de millones. A ese se le mira con envidia, es un ídolo para las masas, pero nadie pensaría que se trata de un enfermo. Pues creo que no es más que la misma manifestación de lo que un ser humano puede ser, a lo que puede llegar.
El hombre que rebusca en la basura llegando a considerar un contenedor como un yacimiento de bienes materiales hace lo mismo que quien atesora millones con el petróleo, por ejemplo.
Desde que la comida tiene precio, estamos terminando con el ser humano, ya no existe el ser humano, se quedó atrás, si es que realmente existió. Soy pesimista, en el sentido que creo que hasta que no se haga el mal presente en toda su extensión, hasta que no lleguemos a tener que buscar en los cubos de basura, no entenderemos que las cosa está jodida de verdad, que todo el gran engaño y pantomima social se termina, que la civilización está terminando una fase muy rápido, mientras escribo esto, todo cambia y mañana será igual, aunque seamos testigos de transformaciones enormes no somos capaces de presentir que la hemos jodido bien, que ya no somos capaces de relacionarnos de manera auténtica con quien tenemos al lado, por pura supervivencia, los otros se hacen gente a la que le pasan cosas que nos dan igual. Cada día una burrada mayor a la otra y uno se cansa de oír frases como:
“Es el atentado con mayor número de muertos desde que acabó la guerra”
“Es la mayor subida desde el 11-S”
“Es la peor caída desde el 11-S”
“Es el mayor descubrimiento desde…”

(Continuará…o no)

domingo, 20 de enero de 2008

Sembrando palabras

A vueltas con las palabras
voy buscando a ciegas,
presintiendo las sendas
donde ya no hay huellas.
Arrancando sentimientos,
como las malas hierbas,
para que crezcan campos
donde sólo hay piedras.